Ya ha cumplido setenta y seis, pero Víctor Manuel no quiere ni oír hablar de cerrar el telón. «Dicho esto», matiza ante una gira que celebra sus tres cuartos de siglo sobre la Tierra, «habiendo llegado hasta aquí, uno agradecería que suavemente, antes de que hagan más ruido las bisagras, el amado público fuera advirtiéndonos de cuándo debemos irnos a casa, aunque siempre ejerza de juez implacable cuando pones una entrada a la venta y no la compran… Esa debería ser para cualquiera la señal definitiva». En el nombre de esta gira, ‘La vida en canciones’ , lo importante de verdad es el subtítulo en letra pequeña: ‘El escenario lo cura todo’. Y una vez más, el cantante asturiano terminará su periplo de rituales sanadores en el Wizink Center (dentro del ciclo Banco Mediolanum Summum Concert Series) el 17 de diciembre, después de pasar por Gerona, Vigo, Palencia, Oviedo, Barcelona, Albacete y Mallorca.Se trata de una gira con inequívoco sabor a ‘grandes éxitos’, término con el que el asturiano no siempre se ha llevado bien. «Choqué frontalmente con algunos de los míos hace muchos años», asegura. «Pero esa tontería ya se me pasó, me curé de eso, ya no tengo ningún problema con los hits y canto todos los que mi público quiere escuchar». Para superar esa fobia, Víctor Manuel se sometió hace ya décadas a un tratamiento de choque viendo a Simon & Garfunkel en su primer concierto en Madrid. «Fui a verlos al estadio del Rayo Vallecano, y al acabar el bolo no habían cantado ‘Puente sobre aguas turbulentas’. Yo me puse en plan «¿pero esto qué coño es? ¡que me devuelvan el dinero!». Al verme a mí mismo tan indignado, fue cuando entendí de verdad el significado que tienen algunas canciones para la gente. Al final, salieron a hacer un bis y la cantaron (risas), y fue un momento mágico. Desde aquel día en Vallecas tengo muy presente que la mayoría de la gente paga la entrada para escuchar los clásicos, y que no tiene ninguna lógica ponerse exquisito y escamoteárselos». La frase ‘el escenario lo cura todo’ está en un verso de ‘No seré nunca juguete roto’ canción que cantó con Ana Belén en el disco ‘Para la ternura siempre hay tiempo’ (1986), y que alude precisamente al extrañamiento que a veces se produce en la relación de un compositor con su propio trabajo. «Cuando la escribí había tenido muchos éxitos muy seguidos, entre ellos ‘La puerta de Alcalá’», explica. «Fue una forma de decir que no seguiría en esto de cualquier manera. La letra dice: «No hay más secreto para este invento, que ellos me crean lo que les cuento. Que si tú subes, que si te bajan, cartas marcadas de la baraja…». Hay otra parte que dice: «No estaré arriba de cualquier modo. Es mi trabajo, no uso los codos. No seré nunca juguete roto, que antes de serlo me planto y corto». En esa canción dije lo que pienso de esta profesión».Noticia Relacionada estandar Si Antonio García de Diego: «Hay que conocer muy bien al maestro para poder estar al quite» Nacho Serrano El escudero de Joaquín Sabina, Miguel Ríos, Víctor Manuel, Ana Belén y muchas otras estrellas tiene uno de los currículum más increíbles de la música españolaA pesar de los insalvables sinsabores de su oficio, esa frase, ‘el escenario lo cura todo’, nunca ha dejado de ser un mantra redentor al que ahora rinde homenaje estampándolo en los carteles que anuncian su gira en las calles de la gran ciudad. «Es que volví a pensar mucho en ella durante el final de la pandemia, cuando pudimos empezar a dar conciertos con restricciones, distancia social, mascarillas, etc», asegura el autor de ‘Sólo pienso en ti’ . «Nunca tuve tantas ganas de cantar como en esos días, en los que volví a experimentar como si fuera la primera vez esa sensación de plantarte en esa isla de fantasía que es el escenario, desde la que haces la vida más llevadera a quienes vienen a escucharte cantar».Durante sus seis décadas de carrera plagadas de himnos protesta, Víctor Manuel ha adquirido una innegable condición de icono del progresismo, y por eso «hay muchas canciones» de su repertorio «que un gran sector de la población no ha querido ni escucharlas», comenta entre risas. «Pero es muy gratificante saber que mucha gente en la profesión me aprecia por mis letras y por mis actos, no tanto porque estén en «mi bando», sino porque coincidimos en lo esencial». Y en lo esencial, sigue defendiendo la misma postura política de siempre, aunque cada vez haya más compañeros de generación que proclaman su distanciamiento con lo que llaman «la izquierda de ahora». «Nada me hace pensar que la izquierda de antes fuera mejor que la de ahora», les contesta el artista de Mieres. «Las circunstancias te mueven en una dirección o en otra. Ya me gustaría a mí ver a Felipe González lidiando con este independentismo. Se pone gallito con eso de «yo de este agua no beberé», pero lo dice porque no se ha visto en esas. Los políticos tienen piel de galápago, un día pueden decir una cosa y al siguiente la contraria. Pero es que para gobernar un país, inevitablemente hay que dar muchos bandazos».MÁS INFORMACIÓN Joaquín Sabina: «Ya no soy tan de izquierdas porque tengo ojos, oído y cabeza para ver lo que está pasando»Echándole un poco de humor al asunto, nos despedimos preguntándole si esos ‘renegados’ de la izquierda son como los nostálgicos que gruñen porque «ya no se hace música tan buena como la de antes». Víctor Manuel se ríe, hace una pausa y concluye: «Pues es parecido, sí. A nadie le gusta que le muevan los muebles. A nuestros padres Mecano les parecía el demonio, y fíjate ahora lo integrada que está su música en la vida de todos los españoles. Me remito a la canción que canté con Sabina, en una actuación en televisión en el que también estaban Ana, Rosa León, Miguel Ríos y Amaya de Mocedades: ‘Cualquier tiempo pasado fue peor’».
Content Source: www.abc.es