A sus 36 años, la experiencia amorosa de Xabi le ha enseñado que las mujeres prefieren a tíos «con esa puntita de malos, de cabroncetes». A él no le sale ser así, de manera que su vida sentimental no ha sido, hasta ahora, lo que se dice para tirar cohetes. «No he tenido nunca una relación de pareja. Proyectos que podrían haberlo sido sí, pero ven algo en mí que no les cuadra», se desahogó ante Carlos Sobera cuando le tocó presentarse en ‘First Dates‘.
Por esa razón, este lunes 12 de agosto decidió intentar encontrar a su media naranja en el restaurante de citas de Cuatro. Lamentablemente, la mujer que conoció, Irene (35), le confirmó que igual no andaba demasiado desencaminado en sus teorías sobre las féminas que le atraen.
«Me defino como una cateta de Beverly Hills. Por fuera, puede ser piji, pero el barrio lo tengo dentro. Cuando voy a un sitio, pues eso, una cateta en Beverly Hills. Llevo dos noches aquí en Madrid y no he podido dormir por el miedo a estar sola en una ciudad grande». Así se presentaba la soltera en el programa, instantes antes de conocer a Xabi, quien físicamente no le defraudó.
Irene no se fía ni un pelo de Xabi y pierde los nervios
El problema no fue la primera impresión…sino en resto de la velada. El catalán admitía sus nervios y se sinceraba sobre su escasa experiencia en lo que a relaciones se refiere. Esa información levantó las sospechas de Irene, que arrancó a divagar con el equipo de ‘First Dates‘ sobre los posibles defectos de su cita. «Será algo rarillo ¿En qué aspectos? Pues no lo se. A lo mejor le huelen los pies o es algo que en la intimidad molesta».
En cuanto a las suyas propias, primero aseguró que llevaba tiempo sin quedar con un hombre. Pero enseguida se desdijo y contó con todo lujo de detalles lo último que le pasó. «Bueno, miento. Hace tres meses toqué varón, pero me tocó depresión. No sé si lo puedo decir, pero es que yo, si follo, me enamoro. Entonces, este chico me hizo la envolvente y si te he visto, no me acuerdo».
Puede que tanta decepción con el sexo opuesto fuese el motivo de su desconfianza hacia Xabi, pero lo cierto es que desde que supo del inexistente curriculum amoroso de su pretendiente, puso en duda cada palabra que salió por su boca. Encima se enteró de que todavía vive con sus padres porque el alquiler de Barcelona está caro. «¡Muchacho, que te veo parado y me pongo…! Y mira que en verdad soy tranquila, pero cuando me da el arrebato… ¡Pues sangre, niño, sangre! No le veo con mucha sangre», espetó, ya al borde de perder los nervios.
A la hora de la decisión final, a él todavía le quedaban esperanzas de tener una segunda cita. Pero para Irene era inviable absolutamente y así se lo hizo saber. «Es un chico 10, pero para mí no. Él tendrá demasiados viajes y yo demasiada calle. Te he visto un poco paradito. O a lo mejor soy yo, que voy con más adrenalina y tú estabas más calmado. Hemos sido el yin y el yang».
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