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Trescientos años cambiando vidas

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Cuando el madrileño Pablo de Pedro decidió dejar el piano para dedicarse a la viola, no tenía ni la más remota idea de quién era Balthasar Neumann . En realidad, no sabríamos demasiado de este señor alemán si no fuera porque en 1995 el director Thomas Hengelbrock dedició bautizar con su nombre la orquesta que acababa de fundar. Hoy, Pablo de Pedro es su viola principal, y uno de los españoles que forman parte de este grupo que se sitúa en la cúspide del panorama actual de la música clásica. Neumann, a todo esto, fue un arquitecto e ingeniero del siglo XVIII que se dedicó, entre otras cosas, a mejorar el abastecimiento de agua de la ciudad alemana de Wurzburg para prevenir enfermedades. Con la orquesta de Hengelbrock comparten nada más (nada menos) que una visión del mundo. «Podemos cambiar la vida de la gente, dando momentos increíbles», afirma De Pedro. Su frase sirve tanto para la música hoy como para el agua potable hace trescientos años.Estos días los Balthasar Neumann están en Barcelona , invitados por el P alau de la Música Catalana y el Orfeó Català . En total trabajarán juntos cerca de dos semanas, porque la orquesta ha optado por cambiar el modelo habitual de las giras. En lugar de volar constantemente, organizan estancias más largas: «Hace dos años tomamos esta decisión», explica De Pedro. «No veíamos el sentido de ir dando giras de un lugar a otro, y no crear las raíces que podemos crear con la gente, y trabajar a nivel social, que es lo más bonito que podemos hacer», asegura. Christina Schonk, directora general del grupo, añade: «Además, hay un factor de responsabilidad ecológica» en la decisión de no andar consumiendo litros y litros de combustible, y no es difícil pensar que el ingeniero Neumann asiente desde donde esté.Noticia Relacionada estandar No Cinco horas con Kirill Petrenko Pep Gorgori El Orfeó Català debuta en la temporada de la Filarmónica de Berlín en el inicio de la gira que llevará a ambas formaciones a Barcelona y MadridEn Barcelona, esta semana, esto se ha traducido en pasar una tarde tocando para pacientes en tratamiento oncológico y en ofrecer talleres a los 600 chavales con riesgo de exclusión que forman parte de Palau Vincles, el programa social del Palau de la Música. El miércoles pasado, un cuarteto de cuerda pasó la tarde entera tocando obras de Schubert y Beethoven a personas enfermas de cáncer y sus familiares. Lo hicieron en el edifico de la Fundación Kalida , un espacio creado por la arquitecta Benedetta Tagliabue entre los pabellones del nuevo Hospital de Sant Pau. En medio de esa funcionalidad blanca y neutra de los centros sanitarios, un jardín da entrada a una casita en la que la fundación presta apoyo a cualquier persona que esté en tratamiento en cualquier hospital de Cataluña y a sus familiares. Les ofrecen un salón, libros, trabajadores sociales que les ayudan a tramitar prestaciones, médicos que les resuelven dudas sobre sus enfermedades, asesoramiento nutricional, soporte psicológico, talleres, conferencias y, en este caso, una velada musical digna del mejor de los salones de la nobleza del siglo XIX.Entre el público, Beatriz, que está en tratamiento en el hospital Vall d’Hebrón , asegura que para ella ir a Kalida es «un oasis». Lo repite una y otra vez: cuando se ofrece para enseñar el edificio y el jardín, cuando explica cómo se ha sentido durante el concierto, cuando detalla para qué usan la cocina que tienen a su disposición por si tienen que pasar horas entre una visita médica y la siguiente. «Queremos que tengan aquí una casa», resume Joan Reventós , el fundador de Kalida.Este fin de semana, los miembros del Balthasar Neumann enseñan a estos jóvenes de procedencias más que diversas a cantar en alemán. La música es el centro de este programa, ya que, según el director general de la centenaria institución catalana, Joan Ollé , «cantando juntos desarrollan valores de cohesión, de responsabilidad, de sentirse parte de algo importante». No es nada nuevo, aunque se nos haya olvidado: «Anselm Clavé, en el siglo XIX, ya lo hacía», recuerda en referencia al padre espiritual del movimiento coral en Cataluña, y uno de los impulsores de la construcción del Palau. Ollé explica que esta colaboración se ha ido cocinando a fuego lento. Todo empezó con un «enamoramiento» con Hengelbrock y su orquesta, y fue derivando hacia una colaboración más estrecha: «Tenemos valores próximos» y buscan «un impacto que va mucho más allá de un concierto excelente».Aparte de Barcelona, los Balthasar Neumann llevan a cabo programas sociales en diversas ciudades del mundo, y Pablo de Pedro está implicado a fondo en ellos. No es solo altruismo, porque tiene la certeza de que crece como músico cada vez que participa en una de estas iniciativas. Pone el ejemplo de su programa para enseñar música a jóvenes en Cuba , que ya lleva haciéndose una década; o el que desarrollan en una clínica privada alemana, dedicada a tratar a chicas de entre 14 y 16 años con problemas vinculados a transtornos alimentarios : «Hacemos ensayos abiertos en los que intentamos que no vengan solamente a escuchar música, sino que nos den su opinión de cómo podríamos ensayar mejor». Ellas «se dan cuenta de que tienen un impacto grandísimo en lo que hacemos», por lo que De Pedro está convencido de que «a esa persona le hemos cambiado un poco la vida». ¿Y qué aprende él, un músico que ha tocado con el Concentus Musicus de Harnoncourt, con la Europa Galante de Biondi y con el Collegium Vocale Gent de Herrewege? Pues asegura que estas experiencias le permiten siempre descubrir cosas nuevas en las partituras, y llevarlas después a los conciertos para conectar mejor con el público. No se trata de ser un gran experto, sino simplemente de sentir y de poder intercambiar sensaciones con otras personas: «La música la llevamos todos dentro, es algo muy intuitivo, así que en realidad nosotros aprendemos más de lo que enseñamos».Es algo tan sencillo, dice, como seguir el espíritu de Neumann, ese constructor a quien desconocía y que ahora es parte de su quehacer cotidiano: «Neumann pensaba que si ves que puedes hacer algo para mejorar las cosas, simplemente tienes que hacerlo, y lo hacía». Este martes, el coro y orquesta Balthasar Neumann, junto al Orfeó Català, mejoran la vida del público de Barcelona interpretando el ‘Requiem alemán’ de Brahms . El miércoles, la segunda sinfonía, ‘Lobgesang’, de Brahms. El próximo fin de semana, se van a interpretar las mismas obras a la Elbphilharmonie de Hamburgo.

Content Source: www.abc.es

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