Al actor, director y dramaturgo francés Jean-Luc Lagarce (1957-1995) le comunicaron que había contraído el VIH a finales de los años ochenta, y con el inevitable shock y la remoción de la noticia, escribió una obra teatral titulada ‘Juste la fin du monde’ en la que su protagonista, Louis, de 34 años (la misma edad que tenía entonces el autor) vuelve a casa después de más de una década de ausencia al conocer la noticia de que le queda un año de vida. No es difícil imaginar que la obra estuviera salpicada de elementos autobiográficos y, probablemente, que fuera un ajuste de cuentas, tal vez consigo mismo.Israel Elejalde pone en pie en las Naves del Español (ya por poco tiempo), en Matadero, ‘ Tan solo el fin del mundo ‘, versión española de ‘Juste la fin du monde’. Es una coproducción del Teatro Español y de Kamikaze que se podrá ver hasta el 7 de enero de 2024 y que cuenta con un reparto integrado por Irene Arcos, Yune Nogueiras, Raúl Prieto, María Pujalte, Eneko Sagardoy y Gilbert Jackson .«No es una obra de autoficción -explica Israel Elejalde-. Ni siquiera es una obra sobre la muerte o, desde luego, no solo sobre la muerte. El elemento central es la familia . Ese ámbito que nos vertebra por confirmación o por rechazo. Louis ha huido de esa familia durante años. Los ha abandonado. Escapa de allí para construir una vida nueva a espaldas de la familia en la que creció. Y cuando recibe la noticia de su inminente muerte decide volver como el hijo pródigo para, dice él, comunicar su muerte», algo que finalmente no llegará a hacer.En este regreso al hogar, que Lagarce había abordado ya en otras obras suyas anteriores, Louis, el protagonista, se encontrará con su madre (María Pujalte) -el autor denomina así, La madre, sin nombre, a su personaje-, sus hermanos, Antoine y Suzanne (Raúl Prieto y Yune Nogueiras); y su cuñada, Catherine, esposa de Antoine (Irene Arcos). Todos se han reunido ante el anuncio de la vuelta a casa, después de doce años de ausencia, de Louis.«El texto habla también -explica Elejalde- de la existencia y el miedo profundo a morir y no dejar las cosas arregladas; habla también del amor y de la incapacidad que tenemos en ocasiones para transmitirlo. Es -admite- una función triste, pero profundamente esperanzadora; es sin duda un canto a la vida, y acaba mejor que empieza».Noticias Relacionadas estandar No TOLEDO Israel Elejalde: «El lenguaje de ‘Finlandia’ es cruel, violento, deja en evidencia lo peor del ser humano» Francisca Ramírez estandar No ‘Los pálidos’, la creación televisiva como espacio de poder y lucha de generaciones Julio BravoElejalde ha decidido añadir un personaje más: el alter ego de Louis, y ha querido que lo encarne un bailarín (Gilbert Jackson). «La danza -justifica- es el canto de lo invisible, y a través del movimiento quiero tratar de expresar el tormento interior del protagonista».Presente y pasado se entremezclan en esta función que, dice Elejalde, es aparentemente realista pero posee grandes dosis de poesía. «Hay una reflexión sobre el lenguaje, sobre la incapacidad de poder alcanzar con el lenguaje el alma humana reflexiona el director-. Sobre su fracaso como acto de comunicación de la vida interior pero, al mismo tiempo, como nuestra única herramienta para poder alcanzarla conformando así una terrible paradoja. Sus personajes se esfuerzan por ser precisos, por utilizar las palabras exactas, por hablar para intentar acallar el dolor de la incertidumbre y de la soledad. En esto, Lagarce es heredero de una tradición que viene desde Céline, pasando por Koltés y por el propio Lagarce y seguido por Rambert o Pommerat. El lenguaje que excede el acto de comunicación y se encamina hacia el placer de la creación de la belleza y la aceptación de su derrota».
Content Source: www.abc.es