Dentro de cuatro años, en 2028, el Festival de Jazz de Barcelona celebrará su 60 aniversario, fecha redonda que el director del certamen, Tito Ramoneda, confía en que sirva para acabar reforzar el papel de la ciudad en la escena jazzística internacional. «Ya estamos trabajando para que Barcelona sea la capital mundial del jazz», ha asegurado este martes el también presidente de The Project.
Difícil saber qué será entonces de Rita Payés, pero no es descabellado pensar que el futuro de la cantante y trombonista catalana será aún más halagüeño que el del propio festival. Ahí está, sin ir más lejos, ese Retrato de Artista que convierte a Payés, 24 años de nada y una hoja de servicios deslumbrante, en uno de los grandes reclamos de la 56 edición del Festival de Jazz de Barcelona, que se celebrará entre el 11 de octubre y el 23 de marzo en una quincena de salas de la ciudad.
Payés, que acaba de publicar ‘De camino al camino’ y ha colaborado en los últimos años con Jon Batiste, C Tangana y Sílvia Pérez Cruz, entre muchos otros, ofrecerá hasta cinco conciertos en diferentes formato durante el festival: a dúo junto a Lucia Fumero; integrada en la ‘big band’ de la estadounidense Maria Schneider; al frente de un ‘ensemble’ de músico amigos y admirados en La Paloma; y acompañada por La Camerata Penedés para interpretar ‘El amor brujo’ en el Palau de la Música. La quinta actuación será la presentación en Sant Cugat de ‘De camino al camino’, su primer álbum en solitario con composiciones propias.
El ‘tour de force’ de Payés, que debutó en el festival con apenas 14 años, viene a celebrar el peso del talento local en un festival que, además de impulsar la carrera de artistas y formaciones como Andrea Motis, Judit Nedderman y la Sant Andréu Jazz Band, embarcada este año en un homenaje a Frank Sinatra, no se olvida, cómo hacerlo, de los «maestros incontestables«. Es el caso de Maria Schneider, los guitarristas Pat Metheny y John Scofield, el pianista Brad Meldhau y las dobles parejas formadas por Paquito D’Rivera y Pepe Rivero y Michel Camilo y Tomatito.
También pasará por Barcelona el californiano Kamasi Washington, coloso del jazz contemporáneo e inquieto explorador de los alrededores del funk y el hip hop, aunque su concierto, previsto para el 6 de octubre, se ha tenido que retrasar al 23 de marzo por una lesión de espalda del saxofonista.
Con un presupuesto de 1.535.000 euros y 56.000 entradas a la venta, el Festival de Jazz de Barcelona cuenta este año con reclamos poderosos como el regreso de Ludovico Eiunadi al Gran Teatre del Liceu; el debut en el festival de Mulatu Astake, padre del jazz Etíope; las descargas de ritmo de Cimafunk y Ghost Note; y la colaboración entre Sílvia Pérez Cruz y el argentino Juan Falú.
El jazz, ha recordado Ramoneda, lo engloba todo («si el rock es una piscina, el jazz es el océano», ha dicho parafraseando a Santana), filosofía que explica el espacio que, año tras año, ha ido ganando el flamenco en la programación. De Cajón!, festival dentro del festival, contará este año con la presencia de Israel Fernández, Miguel Poveda, Blue Tomasa y Yerai Cortés, guitarrista al que C Tangana ha dedicado su ópera prima como director de cine.
Una serie de clases magistrales con Fred Hersch, Anat Cohen, Joe Lovano, Maria Schneider y Nduduzo Makhathini; la apuesta por los pianistas neoclásicos Sofiane Pamart y Tony Ann; y el homenaje del pianista Cucurucho Valdés a su abuelo Bebo completan una programación que, defiende Ramoneda, demuestra que «Barcelona ya no se entiende sin el festival de jazz».
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