‘Señor y señora Smith’ (Prime Video). Para ser una serie sobre el matrimonio, ‘Señor y señora Smith’, reimaginación de la película homónima de Brad Pitt y Angelina Jolie, empezó con un divorcio: el de sus creadores y protagonistas, Donald Glover y Phoebe Waller-Bridge. Diferencias creativas, alegaron. Él había hecho ‘Atlanta’. Ella, ‘Fleabag’. Comedias de autor con drama. La custodia se la quedó él. Ella estaba muy ocupada con Indiana Jones. Se unió Francesca Sloane como cocreadora y Maya Erskine como coprotagonista. Nunca sabremos cómo habría sido aquella ‘Señor y señora Smith’, pero sí sabemos cómo es la que terminó estrenándose el pasado febrero: sensacional. A diferencia de la película, aquí, los atractivos protagonistas tienen que fingir ser un matrimonio de bien como tapadera de su verdadera empresa: el espionaje. Como ‘The Americans’. Y entre broma (misión) y broma (misión), la verdad asoma.
‘Sexo en Nueva York’ (Max/Netflix). A ‘The Americans’ se engancharon Charlotte (Kristin Davis) y Harry (Evan Handler) durante la segunda temporada de ‘And Just Like That…’, la secuela de ‘Sexo en Nueva York’. Sin Samantha. Sin la voz en off de Carrie. La tercera se estrenará en 2025. ‘And Just Like That…’ es mejor que las dos películas estrenadas en 2008 y 2010, a las que Michael Patrick King extirpó la acidez y redujo a otra comedia romántica más. Y peor que la serie original, mucho más moderna a pesar de ser hija de su tiempo (un poco racista, un poco homófoba), o sea, de los años noventa y principios de los dos mil. A la ficción creada por Darren Star (‘Melrose Place’) y basada en las columnas de Candace Bushnell se le atribuye el mérito de tener a cuatro mujeres adultas, en su treintena y cuarentena, hablando de sexo (y dinero) sin tapujos. Y así fue, pero su gran hallazgo, además de entretenidísima, fue convertir a su titular, la pizpireta Carrie Bradshaw, en una ‘petarda’, en una antiheroína. Porque cuanto peor es Carrie, mejor es ‘Sexo en Nueva York’.
‘Balenciaga’ (Disney+). Pestes echó Lorenzo Caprile sobre esta exquisita miniserie que efectivamente reimagina la vida y obra de Cristóbal Balenciaga. Porque del ‘couturier’ español más famoso del planeta poca hemeroteca hay. Ahí está el encanto de esta ficción sobre un hombre que se negó a ser un personaje mediático y cuya última entrevista en vida, ya jubilado, vertebra los seis episodios. Reprochaba Caprile a sus creadores, los ‘Moriarti’ (Aitor Arregi, Jon Garaño, Jose Mari Goenaga) y Lourdes Iglesias, que pasaran de puntillas sobre los lazos del modista con el franquismo y no se centraran en sus inicios. Sin embargo, ‘Balenciaga’, al centrarse en un periodo muy concreto de su profesión, triunfa donde muchos otros ‘biopics’ fracasan al intentar abordar toda una vida. En los agradecimientos sale Julio Medem, que intentó sacar adelante un largometraje sobre Balenciaga. La interpretación de Alberto San Juan, trilingüe (francés, vasco, español), y la banda sonora de Alberto Iglesias son música para los oídos.
‘Big Boys’ (Filmin). Lo bien que se les dan a los británicos las primeras temporadas y lo mal que rematan las segundas. Hay excepciones, como ‘Fleabag’. ‘Big Boys’, basada en un monólogo semibiográfico de Jack Rooke, creador y guionista de la serie, tiene un debut excepcional. La continuación, ya tal. Ambientada en la segunda década de este siglo (la acción comienza en 2011), tiene como titular a un estudiante de Periodismo, homosexual en el armario, cuyo padre acaba de morir. Nada nuevo bajo el sol. Una comedia que hace llorar. La revelación de ‘Big Boys’ es el mejor amigo heterosexual del protagonista al que interpreta Jon Pointing.
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