Una demostración de que aún hay gente que mantiene presente el pasado es ‘Plásticos‘, un libro que se define como «un recorrido gráfico por la memoria y el presente de las tiendas de discos». Demostrando que el proceso de comprar un disco es un abanico de matices, una liturgia, ‘Plásticos’ va más allá del plástico que hace música y eleva esa bolsa en la que el disco se transporta desde la tienda -ese templo al que homenajea esta obra- hasta la casa de aquellos nostálgicos melómanos que aún sueñan en analógico.
Manuel Celso Puñonrostro, autor del recopilatorio de bolsas de tiendas de discos, afirma haber realizado este trabajo «por amor al comercio, al comerciante, a la mercancía y a la música». Un mapa de España a través de las originales bolsas de tiendas de discos, actuales o históricas, pero que ilustran décadas de fervor por el plástico. Una mirada nostálgica al pasado, con punto de partida en el presente, y con la incertidumbre del futuro para una industria que se resiste a echar la persiana.
Desde la mítica bolsa de Escridiscos con la portada de Flamin Groovies, el altavoz de BCore Disc en Barcelona o las tétricas letras de la bolsa de Amsterdam en Valencia, este libro ilustra más de cien páginas de bolsas de tiendas de discos en Zamora, Badalona, Jaén o Castellón. Letras, colores, dibujos y diseños; pasado y presente de las tiendas de discos a través de su envoltorio. La nostalgia es a lo que evoca Puñonrostro cuando explica su extraña afición de coleccionar bolsas de tiendas: «Las miro y evoco los viajes que hice o los discos que me compré».
La nostalgia es la única distracción para aquel que no cree en el futuro, que en el caso de las tiendas de discos, y a pesar del pico que parecen estar experimentando, no es muy prometedor. «Cada año cierran más tiendas de las que abren, las tiendas pequeñas desaparecen y con ellas las bolsas que ilustran este libro», lamenta el autor de ‘Plásticos’, un libro editado por La Fonoteca.
A pesar del descenso del número de tiendas, según el último informe publicado por la asociación de Productores de Música en España (Promusicae), el consumo de música en formatos físicos sigue en aumento, un 9% más que en el último sondeo. Concretamente, en el primer semestre de 2024 el vinilo experimentó un alza de casi un 11%, que lo sitúa en los 16,18 millones de facturación. Es ya la primera opción en la compra de formatos musicales físicos, copando el 62,8% de ventas. «Se premian las ediciones y reediciones cuidadas, con materiales extra» afirma la asociación.
Taylor Swift, Arctic Monkeys o Rosalía también publican en vinilo, es decir: las nuevas publicaciones de muchas estrellas del momento también se hacen pensando en físico, nadie quiere perder la ola de los plásticos nostálgicos. «Convivencia entre lo nuevo y lo antiguo», así lo define Víctor, de Discos Bora Bora. Cuando se les pregunta por el futuro, los tenderos se escudan en los perfiles jóvenes que visitan y consumen en los comercios. «Si la gente joven continúa comprando, esperamos un futuro a medio plazo por lo menos igual al que tenemos actual», responde Samuel, de la veterana Escridiscos. Por otro lado, existe un sentimiento que prevalece: nadie se embarca en un proyecto así sin amar la música. «Esto no se hace con ningún tipo de pretensión monetaria. Se hace porque somos locos de la música» afirma convencido Daniel, de Marilians.
Cuidar los detalles
«Sentarte en casa, poner el vinilo, darle la vuelta, limpiarlo… Es una manera distinta de disfrutar la música, como quien ve una película». Así describe el dueño de Marilians -tienda referencia en la venta de discos en Madrid-, el ritual que buscan practicar aquellos que aún consumen música en formato físicos. Los tenderos son conscientes de que esta ceremonia tiene que acompañar al público desde la tienda hasta el tocadiscos.
La granadina Discos Bora Bora es una institución del vinilo tanto en la ciudad como en todo el país, y gran parte es gracias a la experiencia de asistir a la tienda. «Tenemos muchísimo expuesto la pared: discos firmados, parches de la batería firmados por Eric de los Planetas…». Los planes de marketing van más allá de la rentabilidad, buscan crear una comunidad: «Ha habido gente que se ha conocido en la tienda y ahora son pareja» afirma Daniel, que reconoce sentirse «orgulloso de que la gente se identifique con lo que has creado».
Las tiendas reconocen la importancia de estos pequeños detalles. «Preguntas si quiere bolsa, y quieren porque tu bolsa es mítica. Esto nos recompensa el esfuerzo económico que hacemos, y hace que lo hagamos con mucho gusto». Habla Samuel, gerente junto a su hermano de la mítica Escridiscos en el centro de Madrid, que desde 1977 ha sido referencia para muchos melómanos. Casi 50 años después, y varias generaciones de compradores fidelizados, no sopesan la idea de cambiar el mítico diseño de su bolsa: «Pesa más todo ese prestigio e historia que intentar montar una nueva idea. No somos quién para cambiarla».
Perfil: de 18 a 35 años
El pequeño comercio es la punta de lanza de una industria que, a pesar de lo digital, crece. «Yo, desde el mostrador, también aprendo de lo que me dice el cliente», afirma Víctor. Y preguntamos sobre el perfil de los compradores, y todos coinciden: «Un rango de entre 18 y 35 años». «Cuando cogimos la tienda era entre los 50 y los 60 años el público, pero ahora hay muchos clientes de menos de 30 años», señala Samuel de ‘Escridiscos’.
Existen alicientes que consiguen diferenciar a estas tiendas de los grandes puntos de venta. La cercanía con el cliente es uno de ellos. «Con mucho esfuerzo nos hemos convertido en un sitio donde pasan cosas», afirma Daniel, de ‘Marilians’; pequeños conciertos acústicos y firmas de discos de grupos consagrados y emergentes, o merchandising propio que refuerce la sensación de identidad: «No queremos ser una tienda a la que vienes, compras el disco y te vas». Desde ‘Discos Bora Bora’ coinciden en ser un oasis: «Vienes y te encuentras a Eric de Los Planetas, o Antonio de Lagartija Nick o a Noni, el cantante de Lori Meyers»
Vinilos, charlas interminables entre estanterías, encuentros inesperados y el crujido de la aguja al recorrer los surcos. Todo esto y mil matices más caben en las bolsas que Manuel Puñonrostro ha coleccionado durante años y presentado en ‘Plásticos’. «Una forma de defender la música», resume Daniel, desde ‘Marilians, lo que viene a ser la síntesis de su labor. Que, al final, como todo lo que genera un sentimiento sin saber de dónde viene, es a lo poco que nos podemos aferrar… como al asa de una bolsa de plástico, con su propio diseño.
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