Ya era conocida en España por su faceta interpretativa, pero ahora se ha subido al podio en calidad de cocinera. Laura Londoño, conocida por su papel protagonista en la telenovela ‘Café con aroma de mujer’, que arrasó en Netflix, se llevó la victoria de la octava edición de ‘MasterChef Celebrity’. La colombiana se impuso frente al jinete Álvaro Muñoz Escassi, tras vencer tanto a la presentadora Toñi Moreno como al ‘influencer’ Daniel Illescas. En una final de infarto, la actriz sacó adelante un menú con el que rindió homenaje a su familia y sus raíces colombianas y ahora comparte su alegría y los momentos más complicados del programa. «Volvía a mi casa y lloraba, quebraba ese personaje que me pongo frente a los demás», relata.
—¿Qué le ha traído aquí?
—Me invitaron y soy mitad valiente y un poquito loca y un poquito ignorante. Entonces esa mezcla hace una ecuación perfecta para decir, sí, claro, yo voy. Luego ya metida y habiendo dicho que sí, me empiezo a dar cuenta de que me estaba metiendo en un berenjenal. Para mí, mi palabra es muy importante, siempre me comprometo. Así que me tocaba hacerlo muy bien. Empecé a estudiar y a ver el programa. Hice turnos en restaurantes, hice clases, tenía profesores de repostería…
—¿Cómo describiría su paso por el programa?
—Es una experiencia donde pude romper y atravesar muchos límites que me había puesto. Enfrentar muchos miedos que también tuve que vencer. Fue como una gran conquista, con espada y escudo, muy guerrera. Fue una lucha y una batalla conmigo misma, más que en una batalla con mis compañeros, que es lo más evidente, pero realmente era conmigo. Al principio solamente luchaba para que no me echaran en el primer capítulo, el segundo y el tercero porque los veía a todos que eran mejores que yo.
—Hay estrés, competitividad y mucha presión, ¿cómo se maneja eso?
—Sentía excesiva desconfianza en mí, que igual compensaba con un estudio también excesivo. Hoy veo los frutos, aunque podría haber bajado la intensidad para no sufrir tanto, porque sufrí un montón. Veo el programa y no se nota, porque parece como que aquí no pasaba nada y que esto es mi cotidianidad y no es verdad. Volvía a mi casa y lloraba, quebraba ese personaje que me pongo frente a los demás, porque siento que soy demasiado orgullosa. Nunca hubo uno donde yo me resquebrajara y que llorara, pero en mi casa sí. Iba y sufría, iba y sacaba todo, iba y lloraba y tiraba la sartén y pensaba que ya no podía más.
—¿Qué le hizo aguantar?
—No me moví hasta aquí e hice todo el sacrificio de sacar a las niñas del colegio, empaquetar mi casa, hacer las maletas, buscar una casa nueva, conseguir un nuevo colegio, comprar una olla a presión para nada.
—¿Qué ha sido lo más difícil?
—El momento donde mis compañeros me reprochaban y decían que estaba siendo dura con ellas. Cuando Jorge me dijo que había sido grosera, que no les había atendido y que no había prestado atención. Sentí que estaba haciendo lo que me pedían, que era exigirles. Los jueces, sin embargo, agradezco que no me dijeran eso. En las primeras capitanías me decían que estaba siendo demasiado amorosa y luego, en esa ocasión, no me dijeron que estaba siendo demasiado exigente. Lo que me dijo Jorge, que era un compañero con el que había compartido mucho de manera muy bonita y con una amistad que había disfrutado un montón, me hizo daño al dar a entender que no le hacía honor a nuestra amistad. No quiero ir a pelear con nadie y menos con las personas que he querido .
—¿Cuánto hay de guión y cuánto de real?
—Es muy difícil prepararlo. Cuando tienes 20 cámaras alrededor durante tantas horas, con tanto estrés, es imposible que logres mantener la compostura. No hay quien sostenga eso durante todas las pruebas porque la presión que sientes es muy exigente a nivel emocional, mental y físico.
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