Coinciden ahora en la cartelera madrileña tres espectáculos que tienen como columna vertebral el flamenco, pero dispara cada uno en una dirección distinta. Son ‘Jaleos Jondos’, ‘Oco The Show‘ y ‘Woman’, con intenciones, estéticas y medios diferentes. Son aproximaciones que muestran la elasticidad de un arte poliédrico cuyo raíz se trenza con la de nuestra cultura; probablemente no haya una manifestación artística y cultural de mayor calado que el flamenco.
‘Jaleos Jondos‘ tiene el aval de dos grandes figuras como son el director teatral Daniele Finzi Pasca (que ha firmado varios espectáculos del Circo del Sol, entre ellos uno de los más hermosos, ‘Corteo’) y el productor musical Javier Limón, responsable de los últimos trabajos de, entre otros, Paco de Lucía. La tercera pata es Iñaki Fernández, el productor creativo y uno de los más activos agitadores de la escena madrileña en los últimos años. Su escenario es el Teatro Magno, un local que combina su actividad con la de discoteca; Finzi Pasca no utiliza su exiguo escenario, sino que ocupa el centro de la sala, y coloca al público alrededor de la improvisada escena, una suerte de plataforma que, a mitad del espectáculo, se abre para ofrecer un aspecto diferente.
‘Jaleos Jondos’ plantea un viaje a través del tiempo, desde los orígenes de la diáspora gitana hasta la actualidad. Doce palos flamencos y las cuatro estaciones del año son el marco en el que se desarrollan los números. Se trata de un espectáculo sencillo en su planteamiento coreográfico -el responsable es José Maldonado– y bastante más complejo en su aparato escenográfico, su vestuario y la puesta en escena.
Se percibe en ‘Jaleos Jondos’ el perfume de Finzi Pasca, su especial sensibilidad y la poesía que deposita en sus trabajos. Le secunda en esta idea Felype de Lima, creador de un vestuario colorista e imaginativo -aunque a veces no parezca todo lo cómodo que debe ser para los bailarines-.
Sobre el escenario hay una mezcla de juventud y madurez. Carmela Greco exhibe su poderosa experiencia, pero los mejores momentos de baile corresponden a Ana Arroyo y Gabriel Matías, mientras que Montse Cortés da al cante su jerarquía.
‘Oco The Show‘, también con la sombra de Iñaki Fernández detrás, es una creación de Pino Sagliocco en la que ha unido sus dos grandes pasiones: el rock y el flamenco. Sagliocco, un inquieto ‘itañolo’ de pura cepa, está vinculado a nombres como Michael Jackson, Queen, Madonna o los Rolling Stones, en el mundo del rock, y a Camarón o Joaquín Cortés en el flamenco. Este espectáculo es también, de alguna manera, un autorregalo que ha querido hacerse el propio productor. Él, junto a Antonio Carbonell, su director musical, ha elegido las canciones que unen dos universos aparentemente -y solo aparentemente- alejados entre sí.
Además de la dirección musical de Carbonell, cantaor afilado y entusiasta, el espectáculo cuenta con una deslumbrante nómina de artistas: la encabeza Estrella Morente, tristemente desaprovechada: solo canta dos temas, entre ellos ‘Volver’, y muestra una vez más la grandeza de su arte. Junto a ella el saxofonista Tim Ries y el soberbio cantante Bernard Fowler -ambos habituales colaboradores de los Rolling Stones-, que mantienen muy alto el caché del espectáculo, y tres espléndidos bailaores: Belén López, El Yiyo y El Tete, que convierten sin embargo sus intervenciones (quizás en un espectáculo así no se pueda hacer otra cosa) únicamente en un ametrallamiento de taconazos.
Otros ilustres nombres de ‘Oco The Show’ son el guitarrista Montoyita, la artista plástica Lita Cabellut, la figurinista Juana Martín y el iluminador Juanjo Beloqui -su trabajo es fascinante-. El espectáculo, que tiene mucha calidad, es ciertamente vibrante, contagioso y energético, aunque a veces haya más ruido que nueces.
‘Woman‘ es, según su creador, Aarón Vivancos, una suerte de musical flamenco con una línea conductora clara: defender el papel de la mujer a lo largo de la historia, su permanente arrojo y su fortaleza ante la violencia. A través de siete escenas se van abordando distintas situaciones, desde el embarazo al maltrato doméstico.
El baile y la palabra se entrecruzan para contar estas historias a través de una dramaturgia sencilla -a veces incluso naíf- y clara, salvo en algún momento, en especial en el quinto acto, titulado ‘En el principio era el juego’, el único en el que aparece una figura masculina. El flamenco y la danza española se convierten en un vehículo ideal para las ideas que Vivanco quiere transmitir, y que refuerza con la poesía de una actriz en escena.
Es éste precisamente el mayor activo interpretativo del espectáculo: Guadalupe Lancho exhibe su vigorosa personalidad y su empuje. Al lado, un correcto cuerpo de baile completa una bienintencionada función que se deja ver sin problemas.
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