Todo apuntaba a la tragedia. «Tenemos un huésped agresivo que está drogado y está destrozando su habitación. Necesitamos que venga alguien, no sabemos si su vida corre peligro […] Su dormitorio tiene un balcón y tenemos miedo de que pueda hacer algo». Estas fueron las breves y claras palabras de un miembro del personal de Casa Sur, un hotel de cuatro estrellas en Palermo (Buenos Aires) al llamar a Emergencias, minutos antes de que Liam Payne se arrojase al vacío desde un tercer piso a 14 metros de altura. Los médicos, al llegar, sólo pudieron testificar la muerte del cantante.
En sus fugaces 31 años de vida, Payne, conocido por ser uno de los cinco miembros de One Direction (la ‘boyband’ más exitosa del siglo XXI), había tenido tiempo de alcanzar la cima de la fama y también de conocer la peor cara de los abusos y los excesos. Aquellas horas previas no fueron más que un aviso de la desgracia que se confirmaría a las seis y media de la tarde, medianoche española.
Una televisión destrozada, restos de drogas y ansiolíticos, una botella de whisky, una copa de champán sin terminar, papel de aluminio, basura en el suelo y en la bañera, un mechero y marcas de quemaduras en los muebles. Las imágenes de cómo quedó la habitación del hotel no dejan dudas de que el estado de Payne horas antes de su muerte era terrible.
La Policía argentina notificó un «desorden total» tras el registro posterior a su fallecimiento. Los agentes tomaron huellas dactilares y otras pruebas para ser analizadas en los laboratorios, así como un cuaderno y un pasaporte.
Según ha trascendido, el cantante había provocado un escándalo en la recepción del edificio, bajo el efecto de las drogas. Al subir a su habitación, continuaron los gritos y los golpes, y entonces se produjo la llamada. «Cuando está consciente, destroza su habitación»; «Envíen a alguien, no sabemos si su vida corre peligro»; «El dormitorio tiene un balcón y tenemos miedo de que pueda hacer algo». Fue en vano.
«¡Envíen sólo al SAME, sólo al SAME!», exclamaba, claramente nervioso, en una segunda llamada, minutos después. El SAME es el Sistema de Atención Médica de Emergencia de Argentina. El cantante ya se había precipitado al vacío. No había nada que hacer.
La autopsia preliminar confirma que presentaba politraumatismos y hemorragias internas y externas, según ha asegurado una fuente de la Policía a AFP. Payne tenía «lesiones gravísimas incompatibles con la vida producto de su caída (…). No hubo posibilidad de reanimación», según ha informado el titular del servicio de Emergencias, Alberto Crescenti. La caída se produjo desde una altura «de alrededor de 13 ó 14 metros», agregó. «Aparentemente tenía fractura de base de cráneo».
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