Hay caminos ásperos pero con una recompensa final que hacen que todo haya merecido la pena. Es lo que propone el cineasta Nikolaj Arcel en ‘La tierra prometida (The Bastard)’ , en la que Mads Mikkelsen protagoniza una aventura de épica controlada y tensión ascendente. Un thriller moderno que viaja a la Dinamarca del siglo XVIII para proponer una de esas historias de valientes colonizadores, forajidos con código de honor y violencia sobre el terruño. Allí, el rey danés Frederik V declara que los páramos salvajes de Jutlandia deberían ser colonizados y cultivados para que la civilización pudiera extenderse y generar nuevos impuestos para la Casa Real. Sin embargo, nadie se atreve a seguir el decreto del rey. Esa tierra significa muerte: un lugar lleno de lobos hambrientos y castigado por una naturaleza brutal e implacable. Pero la fortuna sonríe a los audaces, y el protagonista, Ludvig Kahlen ( Mads Mikkelsen ) quiere ser el más listo de todos: pone en riesgo su vida para ganarse un nombre con apellido y una fortuna. «Más allá de que haya violencia, el tema real del filme es la familia», asegura el director danés en una entrevista con ABC. «Este ‘bastardo’ es alguien tan ambicioso que no ve el amor, la familia o paz. Se encuentra con una familia y con unas emociones de manera casi accidental. Y por eso me enamoré de la historia», cuenta Nikolaj Arcel, que presume que su guion, pese a todo, es «muy moderno». «Es un hombre tan obcecado en su objetivo que pierde lo importante, que es la vida. Y esto es atemporal: hoy vemos a gente que solo trabaja, trabaja, trabaja y trabaja para triunfar en la vida, y de pronto se dan cuenta de que hay otras cosas que no tienen, como la familia o el amor », desgrana el cineasta, que ha vuelto a su país de origen tras la aventura en Hollywood de ‘La torre oscura’. Noticia Relacionada estandar No ‘20.000 especies de abejas’ y ‘La sociedad de la nieve’ lideran las nominaciones de los Premios Goya 2024 Fernando Muñoz La película de la debutante Estibaliz Urresola suma 15 candidaturas, frente a las 13 de J. A. BayonaPorque en Hollywood Arcel no disfrutó. «Es muy estresante. No fue divertido para mí. Soy un director danés, europeo, y aquí los directores tenemos el control. Allí hay mucha gente que pone mucho dinero y son ellos los que deciden qué es tu película. En Hollywood, nunca será tu película, será la suya», relata. «Lo que aprendí es que necesito quedarme en Europa si quiero hacer las películas que quiero», sentencia. Y aquí, en Europa, en su regreso al cine danés y con ‘La tierra prometida (The Bastard)’, Nikolaj Arcel viaja al corazón del nuevo wéstern con aires de los mejores clásicos. «Para entender la verdad de lo que sería estar en aquella tierra, en aquel mundo peligroso, tenía que mostrar la violencia tal y como es, demostrar que ese mundo era peligroso. Aunque había más peligro que violencia. Y quería enseñar este peligro sin pestañear. Tal y como es», relata. Así ha filmado una película que ganó en los Premios de la Academia del Cine Europeo tres galardones, entre ellos, el de Mejor Actor Protagonista para Mads Mikkelsen. Los otros dos premios fueron Mejor Fotografía para el aclamado Rasmus Videbaek (‘The Crown’, ‘Un Asunto Real’) donde la Academia destacó sus imágenes poéticas y su gran poder visual y Mejor Vestuario para Kicki Ilander (‘El abuelo que saltó por la ventana y se largó’).Noticia Relacionada estandar No Crítica de ‘La tierra prometida’ (***): Un wéstern aterido en el páramo danés Oti Rodríguez Marchante Una película rebosante de cine, entretenida, reveladora, de aventura edificada entre la penuria y la dignidad, que provoca las bilis del espectador y que tanto apabulla como ennoblece«Creo que Mads es uno de las cinco estrellas europeas más grandes», celebra el cineasta, que se declara «extremadamente afortunado» por haber convencido a su compatriota de sumarse a su proyecto. Menos afortunado se sintió cuando un «periodista» en el festival de Cannes le preguntó por la falta de diversidad (esto es, la ausencia de personas de raza negra o asiática) en su película. «Mads y yo nos quedamos en shock por esa pregunta… Era alguien buscando clics para su medio y que no vio la película, solo un cartel con tres caras blancas», recuerda todavía entre cabreado e irónico, sabedor de cuál era la diversidad en Dinamarca en el siglo XVIII. Porque pese a que no quería hacer una película «demasiada correcta en términos históricos», no pensó que nadie le fuera a achacar la falta de personas de otras razas en aquel tiempo histórico en el norte de Europa. «No quería que fuera demasiado histórica en el sentido de que no quería poner a los personajes a hablar como hace tres siglos. Tenía que modernizar el lenguaje, la forma en la que se mueven, pero manteniendo su vestuario, la forma en la que se comportan según sus estatus sociales… Eso tenía que ser real», concluyó.
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