La cita de Adela (59) arrancó con lágrimas, continuó con mucha diversión y, sin embargo, finalizó con un amistoso ‘hasta nunca’ por falta de ‘feeling’. Y es que nada más poner un pie en el restaurante de ‘First Dates ‘, la soltera se emocionó pensando en su madre. Le pasa cada vez que visita Madrid, donde murió hace ya muchos años. Ella es de A Coruña, lleva cinco años sola y quiere una relación para toda la vida con una mujer que la haga divertirse y vivir. Noticia Relacionada First Dates estandar No Un cita muy tensa acaba en una acalorado cruce de reproches en el reservado: «Eres desagradable» María Robert Ilaria es italiana, pero no quería que la emparejaran con un compatriota. Y no tuvo el menor reparo en disimularloAdela tuvo una cita con Berta (55), una chica ‘fit’ de lunes a viernes que los fines de semana se cambia el chandal por los tacones y se lanza a la fiesta a darlo todo. Reconoce que tiene aspecto de dura, pero asegura ser «muy tiernita». Por eso pidió «una mujer que me domine», pues como contó sin pelos en la lengua, «me gusta que me empotren, que me pongan contra la pared y que me den duro». Al conocer a Adela , llegó a la conclusión de que la gallega tenía el aire del tipo de mujer que le atrae. «Me gustan híper femeninas o muy masculinas», explicó. Sin embargo, había un ‘pero’ en la primera impresión que Berta dio de su cita: «ella no me gusta físicamente». Berta, demasiado lanzada y pasional para Adela Adela resultó ser una mujer emocional, mientras que Berta apuntó maneras de persona mucho más terrenal y carnal. Dos polos opuestos que no lograron atraerse. La primera intentó romper el hielo con el primer tema de conversación que se le ocurrió: un documental de canguros australianos. Berta se quedó «muerta» de asombro con los intereses de su cita, pero quiso que fuese al grano. «Aquí hay que hablar de lo que hay que hablar, es decir, qué te gusta, cómo te gusta…», se quejó. Adela y Berta decidieron de mutuo acuerdo no seguir conociéndose CuatroA partir de ese momento compartieron sus experiencias sobre cómo fue salir del armario, de sus relaciones y de sus gustos. Pero Adela no salió bien parada cuando Berta describió a su prototipo de mujer. «Me vas a disculpar, las mujeres de mi edad me aburren, creo que ya están muy marujeadas. Necesito gente joven que me lleve el ritmo», soltó. En ese punto la gallega entendió definitivamente que no habría una segunda cita. «Ella va a por todas, y yo me lo pienso 70 veces antes de cruzar la calle». Pero terminó de confirmarlo al pasar a los temas picantes. Una no puede vivir sin juguetes sexuales; la otra por ahí no comulga «ni de coña». Además, a Berta le va el rollo azotes, los tirones del pelo… Unas prácticas con las que Adela se echó las manos a la cabeza «¡Qué barbaridad!», espetó. Al menos se aguantó las ganas de salir corriendo y esperó a que acabara la cita.
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