Frasier ha vuelto al edificio. Pero es un edificio diferente, en una ciudad desconocida con unos nuevos compañeros que creía haber dejado atrás porque eran cosa del pasado. El querido doctor Crane vuelve a las andadas tras 19 años de parón que han dejado un mundo muy diferente al que tendrá que enfrentarse. También ha cambiado el formato y ahora los admiradores del chistoso doctor pueden verlo en Skyshowtime.
Para Frasier, que ya de por sí era un tipo exigente y cabezón, el nuevo paradigma de la sociedad que le rodea podría ser una continua provocación. Ahora, como nuevo profesor en Harvard, se encuentra con una realidad muy distinta a la de los años 90. «Tiene que lidiar con alguien que lo acusa de tocar de manera impropia. Es el momento de #MeToo para él. Nos toca lidiar ahora mismo con este mundo. Como un chico que también le acusa de marginarlo… En fin. Es lo que hay», reconoce Kelsey Grammer a ABC.
Algunos temas candentes se ponen sobre la mesa, pero sin caer en los clichés. No han intentado hacer algo lleno de tópicos porque cambian mucho a lo largo del tiempo y para el equipo ‘Frasier’ se convierte en una cinta de un tiempo que realmente no existe en la comedia. «No conectar tus historias con todas las cosas que suceden es un movimiento muy inteligente si quieres durar y deseas que tu serie siga por décadas», asegura convencido.
Seguir la nueva historia de ‘Frasier’ es seguir la progresión natural de la serie que dejó de emitirse en 2004. En aquél momento era hijo y hermano, pero ahora es un padre que intenta mejorar la relación con su hijo. Y entre puente y puente que tiende hacia su hijo Freddy, con quien se ha distanciado desde que el joven dejó Harvard para dedicarse al cuerpo de bomberos, tiene que lidiar con la pérdida de su padre en la serie y su gran amigo en la vida real: John Mahoney. «Su faceta de hijo, hermano y padre siempre ha sido una yuxtaposición para él. La vuelta a Boston, los problemas que tiene que resolver con su hijo… Son asuntos que, como todos, creemos haber resuelto ya, pero que al encontrarse de pleno con ellos, salta todo por los aires».
La historia se repite, pero con una herida. La serie arranca con el regreso de Frasier a Boston para ver a su hijo, que no ha acudido al funeral de su abuelo. Su pérdida no le genera tristeza únicamente a Frasier, también sucede en Grammer, que tiene que parar de hablar por una emoción contenida que estalla en lágrimas con el recuerdo de su amigo. «El paso de John fue importante para mí. He querido honrar mi relación y la relación que tuvo con el personaje. Quise acentuar que Frasier viene de ese padre, que todavía, aunque no lo vea, todavía sigue ahí y le acompaña». Y lo han logrado a través del bar Mahoney’s, que recibe el nombre de su añorado compañero y que es el punto de encuentro para su entorno en la serie.
Una vida con el doctor Crane
Cuando un actor interpreta durante tanto tiempo un rol, su esencia permanece ya en él para siempre. Y por eso Grammer intuye que le ha ocurrido lo mismo con el doctor. Por mucho que haya hablado a lo largo de 30 años de su gran papel, sigue haciéndolo con un brillo especial en sus ojos. «Su tenacidad, su capacidad de rejuvenecerse siempre, su esperanza… Mira hacia el lado brillante de las cosas, incluso en los momentos más oscuros. Admiro su fuerte intención de resolver las cosas cueste lo que cueste con todo su corazón, incluso cuando se siente mal. Se levanta y vuelve».
El regreso de ‘Frasier’ podría suponer una ruptura con el personaje tal y como lo conocían sus seguidores dado el cambio de era y los años vividos. Pero ha sido así. «Todavía es inocente. Eso es lo que me gusta de él», asegura. El doctor que sacó carcajadas con su inconfundible humor forma ya parte de su vida. «Frasier existe fuera y dentro de mí. Vive conmigo. Caminamos por las mismas calles juntos. Es mi alter ego. Lo he llevado a la vida. Y no es un monstruo. No me ha consumido».
Si a alguno de los espectadores de la serie original le hubieran dicho que volvería a ver al doctor Crane a través de una plataforma tras 20 años no lo hubiera creído. La televisión ha cambiado. También los modos de producir. Grammer es optimista con la televisión ahora, aunque no dejan de preocuparle algunos asuntos que le hacen fruncir el ceño. «Son buenos y malos tiempos para la televisión. Cada vez le restan más importancia a la calidad del guion, pero creo que es lo más importante en cualquier serie. Si hay algo que no está trabajado en él, no va a suceder en el escenario por mucho que se empeñen». A pesar de la excesiva oferta que hay ahora mismo en la pantalla, el actor asume que hay buena oferta. «No todos los que cogen un bote de pintura son Pablo Picasso, pero hay mucha gente que pinta de verdad. En la televisión igual. Si tienes un poco de paciencia y la miras responsablemente, encontrarás buenos programas».
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