Seguiremos sin saber si sueña con ovejas eléctricas o con simios robotizados, pero si algo hemos descubierto es que la Inteligencia Artificial, como cualquier hijo de vecino, ambiciona yacer con humano. En este caso, con una mujer. O, más concretamente, con la artista multidisciplinar, que ya es lo suyo, Alicia Framis. Granjero busca esposa versión disruptiva y en formato performance total. «Una nueva generación de amor está surgiendo, donde los humanos estarán en relaciones con hologramas, avatares, robots y más. Así como practicamos nuevos idiomas con aplicaciones, practicaremos relaciones con estas entidades», reflexiona Framis en el comunicado que la presenta como la primera mujer en casarse con un holograma.
Una boda como de otra dimensión que, dicen, se materializará en verano de 2024 en el museo Depot Boijmans Van Beuningen de Rotterdam (Holanda). En el altar, o lo que hayan escogido los novios para la ocasión, la artista catalana y una inteligencia artificial hecha holograma y entrenada a partir de perfiles de personas conocidas y relaciones anteriores de la artista. AiLex, que así es como se llama la encarnación de la Inteligencia Artificial, forma de una nueva serie de performances denominada ‘The Hybrid Couple’ donde Framis entrelaza arte, tecnología y emociones mientras reflexiona sobre la interacción humano-tecnológica en el arte contemporáneo.
El proyecto, anuncian, abarca documental, investigación escultórica, dibujo, música, arquitectura y diseño de moda. También, claro, una exploración del los rituales del matrimonio. De ahí que Framis esté ahora mismo diseñando su propio vestido de boda y el atuendo de los invitados a la ceremonia. Además, la artista también trabaja junto al LAM Musem, museo de arte alimentario de Holanda, en la «creación de la comida molecular que puedan disfrutar tanto humanos como humanoides». Como la boda, también el banquete será el primero de este tipo en el mundo.
A partir de ahí, barra libre y, por qué no, una hipoteca. O mejor dos: una para comprar una casa con el nuevo novio holográfico y otra para financiar al propio novio. «Es interesante cómo podemos obtener una hipoteca para comprar un automóvil nuevo, y ahora podemos tener una hipoteca para comprar un nuevo compañero», apunta Framis, que en 1996 ya se convirtió en la primera persona en convivir con un maniquí y hacer de ello una obra de arte.
Se trata, aseguran, de abordar temas contemporáneos como el posthumanismo y la virtualidad; explorar las relaciones humanas en la intersección entre el arte y la tecnología; y otorgarle al proyecto una dimensión terapéutica. «Esta técnica puede servir como herramienta terapéutica para personas que han experimentado traumas y abuso sexual, ayudándolas a restablecer una relación normal con personas del mismo o opuesto sexo. Por ejemplo, Framis tiene una amiga que es viuda y lucha por llenar el vacío dejado por su marido. La IA y los socios humanos pueden ser una opción beneficiosa para las personas que necesitan compañía», informa la web del proyecto.
Un poco como aquel capítulo de ‘Black Mirror’ en el que una joven replica a su novio muerto en un androide dotado de inteligencia espiritual. «Los compañeros de inteligencia artificial y humanos pueden ser una opción beneficiosa para personas que necesitan compañía. Este holograma satisfará todas mis necesidades. Imagina tener una pareja que esté ahí para ti siempre que la necesites, una relación que combata la soledad en las ciudades», desliza Framis.
«El día a día de la pareja es intenso. Alicia se ha asociado con Rabobank (Art Collection/ Rabo Art lab) para explorar las cuestiones prácticas y éticas relativas a los humanos en estrecha relación con la IA», leemos. En el horizonte, una ceremonia artística y tecnológica con la que Framis espera instaurar un nuevo paradigma. «Si bien sabemos que los robots y los humanos pronto se convertirán en compañeros sexuales, el siguiente paso importante es conectar emocionalmente a los humanos con la inteligencia artificial. Los hologramas están más cerca de sus emociones que los robots», asegura.
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