Es habitual que un museo exhiba su colección pictórica, escultórica, de dibujos u objetos decorativos. Menos habitual es, sin embargo, que muestre sus reversos o traseras y menos aún que reivindique sus marcos. Es precisamente lo que hace el Prado: mostrar la obra de arte en toda su plenitud. Si hace unos días presentaba la exposición ‘Reversos’, en la que daba una vuelta literalmente a las obras de arte para centrarse en su parte más oculta, hoy se ha presentado un itinerario con una treintena de obras expuestas en sus salas, pero con la mirada puesta en sus marcos. Otra forma de acercarnos a su colección, que tanto parece haber gustado a Ridley Scott y a Joaquin Phoenix.
A la izquierda, ‘David vencedor de Goliat’, de Caravaggio. A la derecha, su marco
Los anversos, los reversos, los marcos… Hace unos años incluso mostró la pinacoteca en ‘El trazo oculto’ los dibujos subyacentes escondidos tras las pinturas, solo perceptibles gracias a los rayos X y la reflectografía infrarroja. ¿Qué le queda al Prado por mostrar de sus fondos? ¿Su colección de cartelas? ¿El Pantone de las paredes de sus salas?
Bromas aparte, el Prado siempre ha reivindicado su colección de marcos (atesora unos 8.000), que lucen espléndidos y, en su mayoría, restaurados. Se hallan en perfecto estado de revista. Hasta el 31 de marzo de 2024, el museo invita a sus visitantes a descubrir el marco como objeto artístico gracias a un itinerario, comisariado por Gemma García Torres, restauradora y responsable de la colección de marcos del Prado. Además, la iniciativa se completa con un apartado especial dentro de la página web del museo (www.museodelprado.es/coleccion/marcos).
Comenta Miguel Falomir, director del Prado, que «una obra de arte es mucho más que la imagen. El marco forma parte de la pieza integral. Los marcos condicionan nuestra percepción de la pintura». Para ilustrarlo, un vídeo en el que las obras que cuelgan en la Sala XII del museo aparecen sin y con marcos. En ocasiones, los propios marcos incluyen información de la historia de la pintura y de su iconografía. Es el caso del cuadro ante el que se presentó el proyecto: ‘Luis XVI’, de Antoine-François Callet, que cuenta con un marco espectacular.
Para Gemma García, «sin marcos, las obras de arte son igual de bellas que con ellos, pero pierden una parte de energía. Los marcos completan la pintura. La protegen, pero también aportan volumen, color y luz, además de información sobre su iconografía». Ha seleccionado para el itinerario 29 obras con sus marcos de distintos estilos artísticos, desde el siglo XIII hasta el XX, en las plantas 0 y 1 del edificio de Villanueva: medievales, renacentistas, barrocos, neoclásicos… Entre el 90 y el 95 de los marcos del Prado son dorados. El más habitual es el llamado ‘marco Mengs’, de estilo neoclásico. El diseño se debe al pintor Anton Rafael Mengs, que lo usó para enmarcar sus pinturas realizadas en España en la segunda mitad del siglo XVIII.
Explica Falomir que Londres es la capital de los marcos de obras de arte, pero que en España tuvo una gran relevancia la casa Cano. Muchos marcos de la colección del Prado proceden de ella. Curiosamente, había patrocinios para comprar marcos para obras de artistas como Tiziano. Una iniciativa apadrinada por el duque de Alba, cuando era presidente del Patronato del Prado, en el que participaban tanto el Rey Alfonso XIII como la nobleza.
A la izquierda, ‘Una fábula’, del Greco. A la derecha, su marco
El proyecto se completa con un documental en el que participan especialistas en marcos, un curso, visitas guiadas, audioguías… «Es un proyecto pionero en el mundo», dice con orgullo la comisaria. Se ha incluido un guiño en el recorrido. Cuelga en sala 6 un marco sin su pintura. Corresponde a ‘David vencedor de Goliat’, de Caravaggio, que se está restaurando. Recuerda la imagen al Isabella Stewart Gardner Museum de Boston, donde los visitantes admiraban los marcos vacíos de las pinturas que fueron robadas en 1990. Es el mayor robo de obras de arte en la historia de los Estados Unidos y permanece sin resolver. También nos recuerda al Louvre, donde había colas para ver el marco de la ‘Gioconda’, cuando esta fue robada.
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