En 1952, Carmen Sevilla era una de las estrellas emergentes de nuestro cine. Había comenzado su carrera cinematográfica apenas cinco años antes, pero su belleza y su simpatía habían conquistado ya al público. Y no solo a él, también a un joven tenor vasco que triunfaba en París como protagonista de operetas como ‘La bella de Cádiz‘ o ‘El cantor de México‘. Se llamaba Luis Mariano, y en sus memorias escribió: «En aquella época se me mostró la foto de una chica maravillosa. Era una española como yo, y daba sus primeros pasos en el cine. Desde la primera vez que vi su rostro no me pude contener de decir, como en los cuentos de hadas: he aquí la chica ideal, quiero que me la presenten, me gustaría rodar una película con ella. Aquella chica ingenua del cine español, lo habrán adivinado era la encantadora Carmen Sevilla. Carmen no ha sido para mí, por desgracia, nada más que una camarada».
Carmen Sevilla y Luis Mariano rodaron juntos tres películas: ‘El sueño de Andalucía’ (1950), ‘Violetas imperiales‘ (1952) y ‘La Bella de Cádiz’ (1953). En el rodaje de la segunda, probablemente la más popular de las tres, sitúa Juan Carlos Rubio su obra ‘El novio de España‘, que acaba de aterrizar en el Teatro de La Latina de Madrid, donde permanecerá hasta el día 28. Carmen Raigón interpreta a Carmen Sevilla y Christian Escuredo a Luis Mariano; les acompañan Didac Flores y Carmen Morales. El propio autor dirige la función, que cuenta con música y dirección musical de Julio Awad.
‘El novio de España’ es la segunda obra de una trilogía que Rubio comenzó con ‘En tierra extraña‘ (un encuentro ficticio entre Concha Piquer y Federico García Lorca en vísperas de la guerra civil), y que terminará con una obra ambientada en los años posteriores a la muerte de Franco. No es su intención posar una mirada nostálgica, sino contar historias que limen aristas en unos momentos especialmente acerados en nuestra sociedad. «Creo que sentimos poca empatía por el otro -dice Juan Carlos Rubio-. Cuando hablamos o discutimos con alguien estamos pensando más en nuestra argumentación que en escuchar de verdad lo que el otro nos tiene que contar. Y aunque no estemos de acuerdo en el planteamiento, hay que escuchar al otro, buscar soluciones, buscar acuerdos».
Mirada bondadosa
En aquellos años cincuenta en los que se sitúa la obra, hubo gente que decidió volver a España desde el exilio. «Tenían todo el derecho a hacerlo; eso no los convertía en franquistas». Entre esas personas figuraban los padres de Luis Mariano. Es algo que planea por la función. «Hablar de conciliación es fundamental para el momento que vivimos». Pero, aclara, la obra no quiere ser un documental; «es una mirada bondadosa al pasado hecha con todo el cariño y suavizando aristas. Hay que mirar a la Historia para no repetirla».
La obra sirve para recuperar a dos grandes estrellas cuyo recuerdo se ha borrado y distorsionado. A Carmen Sevilla le recuerdan muchos como «la del Telecupón y las ovejitas», y a Luis Mariano los jóvenes prácticamente no le conocen. «Y fueron dos figuras enormes. Creo que es un momento muy oportuno para recuperarles. La gente joven se queda fascinada con las canciones porque encuentra melodías y letras sorprendentes, que el público más mayor conoce perfectamente; y ambos conectan con la música y las historias que tienen que ver con su ADN y con su infancia».
Luis Mariano no declaró nunca públicamente su homosexualidad; muchos vieron en su petición de matrimonio -rechazada- a Carmen Sevilla una manera de huir de lo que entonces era un problema. «La función habla también de la identidad, de ser uno mismo, de la libertad, de las equivocaciones. Luis Mariano se equivocó al pedir la mano a Carmen Sevilla, y se dio cuenta de que esa no era la manera de vivir, de que no era el camino».
Quizás era una manera de sobrevivir en aquella época. «Como lo sigue siendo ahora en muchos sectores y en muchas partes. Madrid es una cápsula dentro de un país bastante libre, pero hay más de un centenar de países donde se sigue aplicando la pena de muerte a las personas LGTBIQ+».
Carmen Sevilla
Juan Carlos Rubio habla de Carmen Sevilla. «Mucha gente no es consciente de lo que era Carmen Sevilla con 22 o 23 años. Viajó por todo el mundo, por América. De la mano de Luis Marino se hizo famosísima también en Francia… Era cantante, actriz, bailarina, aparte de una mujer hermosísima. Y se ha quedado atrapada su imagen en el Telecupón y las ovejitas. Somos muy reduccionistas».
El autor cordobés tiene en la rampa de salida otra obra, ‘Música para Hitler‘, sobre la figura del violonchelista y director de orquesta Pau Casals, y escrita junto a Yolanda García Serrano. Con Carmen Morales estrenará en septiembre ‘Querida Agatha’, que fabula un encuentro entre Agatha Christie y Benito Pérez Galdós. «Creo que hay un patrimonio histórico que a mí, como dramaturgo contemporáneo, me interesa mucho. Me interesa rescatar a esos personajes porque de ellos se puede aprender todo».
«Nos creemos que hemos inventado la vida y somos monos repetidores. Probablemente no podamos evitar los errores, pero sí los suavizaremos. Hay que echar la vista atrás, leer para saber lo que pasó y lo que va a pasar. No hace falta un tarot para adivinar el futuro. Basta con revisar la historia y nos daremos cuenta de lo que va a pasar».
En ‘El novio de España’, como sucedía en ‘En tierra extraña’, la música tiene un papel fundamental. A Juan Carlos Rubio no le asusta que su obra sea clasificada como ‘musical’, un género sobre el que todavía hay muchos prejuicios en nuestra escena. «Si esto no es un musical, que baje Dios y lo vea. Tenemos canciones y coreografías. Los actores cantan, bailan, tocan el piano… Otra vez estamos con las etiquetas. En nuestro teatro vemos proyecciones, voces grabadas… Lo importante es conmover al público. Yo busco que quien venga conecte con la historia».
«La música -sigue Juan Carlos Rubio- tiene un poder arrollador. Yo puedo dedicar cuatro páginas de texto a crear un estado emocional, pero se ponen a cantar ‘Volver’ y lo consiguen en un segundo. Lo importante es conmover».
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