El goteo ha sido constante durante la última década, algo así como un ‘Diez negritos’ cinematográfico que ha desembocado en el desierto actual. Porque cierra el Comedia, histórica sala que durante seis décadas coronó el cruce del Paseo de Gracia y la Gran Vía, y se confirma que el centro de Barcelona no es lugar para cines. Es más: a partir del próximo domingo, cuando el Comedia baje definitivamente la persiana, la oferta cinematográfica comercial en el centro de Barcelona quedará reducida a dos opciones: el cine Aribau, multipantallas que cuenta con la sala de mayor aforo de la ciudad (1.100 butacas; el único gigante que resiste); y el Renoir Floridablanca, con sus siete salas de estreno en versión original.Siendo generosos, se podrían sumar a la lista las 500 butacas de la Filmoteca de Cataluña, situada en pleno Raval; y la mezcla de novedades y reestrenos del Cinema Maldà, superviviente de largo recorrido con casi 80 años de vida y, sobre el papel, el único cine que queda en pie en el distrito de Ciutat Vella. Y poco más. Ni siquiera hace falta remontarse a los años ochenta, cuando Barcelona sumaba 93.000 butacas y más de un centenar de cines de estreno, reestreno y arte y ensayo: los últimos años, con la oferta concentrada en grandes centros comerciales y los precios de los alquileres completamente desbocados, han sido letales. En 2013 cerró el Urgell, todo un símbolo de la ciudad y durante décadas la sala más grande de Barcelona gracias a sus 1.800 butacas, y se confirmó la tendencia que ya había venido apuntando la desaparición de otras salas históricas del centro de la ciudad como el Alcázar (2006), el Cine París (2007), y el Rex (2010). También en 2013, no todo iban a ser malas noticias, se inauguraron en la zona alta de la ciudad los Balmes Multicines, con doce salas destinadas a la proyección de cine comercial en versión original subtitulada; y un año más tarde, en 2014, el antiguo cine Nápoles renació bajo el nombre de Phenomena. En los barrios del centro, sin embargo, seguía la sangría: entre 2013 y 2014 bajaron la persiana el Alexandra y el Club Coliseum, los dos únicos cines que quedaban en Rambla de Catalunya; y en 2015 llegó el cierre de los Lauren Universitat y los Cinesa Maremagnum. Los problemas económicos de Lauren Films también dejaron otros cadáveres como los multicines Lauren Sant Andreu y Lauren Hora. Los Lauren Gràcia, cerrados en 2013, reabrieron como cine Texas en 2014 de la mano del director Ventura Pons y cerraron de forma definitiva en 2020.Noticia Relacionada estandar No Muere Ventura Pons, el director que metió al teatro catalán en el cine Oti Rodríguez Marchante El cineasta barcelonés, autor de películas como ‘Actrices’, ‘El porqué de las cosas’ o ‘Anita no pierde el tren’ ha fallecido a los 78 añosEn 2018, la piqueta arrasó las dos salas del Aribau Club, hoy un edificio de viviendas, y el pasado 27 de julio cerraron los Yelmo Icària, ubicados en el centro comercial El Centre de la Vila, tras 27 años de actividad. La misma compañía es la que ha confirmado ahora que, tras 63 años de actividad, el Yelmo Comedia baja la persiana. Según Yelmo, el contrato para la gestión de la sala «ha llegado a su fin», lo que supone la estocada definitiva para un cine que llevaba años herido de muerte: en los últimos meses, el estado de dejadez de las instalaciones era más que evidente, muchas butacas estaban rotas e inutilizadas y se podía acceder a las salas sin control alguno. Aguantar las tres horas y media de ‘Los asesinos de la luna’ en uno de esos asientos desvencijados y bamboleantes fue una tortura difícil de describir. Teatro antes que cine, el Comedia se estrenó en el séptimo arte en noviembre de 1960 con ‘Un grito en la niebla’, de David Miller, y fue sumando salas durante los años ochenta y noventa hasta llegar a las cinco que tenía actualmente. En 2017, la pérdida de público ya había dejado al Comedia al borde del precipicio. Fue entonces cuando Yelmo asumió la gestión de las salas después de que Espectáculos S.L., hasta ese momento la empresa explotadora, presentase un concurso de acreedores y dejase a deber más de un más de un año de alquiler a los propietarios del edificio.Por el camino había quedado ya un ambicioso proyecto para reformar el cine y convertirlo en un espacio cultural polivalente que, además de la proyección de películas, pudiese albergar grandes producciones teatrales y musicales.
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