Ser periodista en Japón durante los años 90 no era fácil. Si no, que se lo digan a Jake Adelstein, el primer periodista occidental que consiguió ser redactor en el diario japonés Yomiuri Shimbun. Su historia es tan rocambolesca que tras la publicación de su novela HBO Max decidió lanzar ‘Tokyo Vice’ y hoy se estrena su segunda temporada.Noticia Relacionada Tramatizado estandar No Tokyo Vice: Protagonistas que estorban Si consigues olvidarte de Adelstein (como hace el propio guión), se te queda una historia interesante en la que todos pierden mucho más de lo que ganan y que se ha merecido una segunda temporada «Los periodistas son los únicos en este país que mantienen bajo control a las fuerzas del poder», afirma Adelstein en uno de los capítulos. Conforme el joven se adentra en la cultura japonesa y en los rincones más oscuros de la sociedad, más se percata de que hay nuevas historias y delitos que contar. Y en esta nueva etapa, que prefiere mantenerse lejos del mundo de los mafiosos, elige adentrarse en el submundo criminal de la ciudad y los robos de motocicletas. Esta realidad pondrá en un abrir y cerrar de ojos en peligro tanto su vida como la de sus más allegados. Si hasta ahora su forma de trabajar había sido la de negociar con la mafia y evitar los enfrentamientos, con la llegada de una nueva supervisora, el periodista correrá en la dirección opuesta: luchar contra los corruptos pese a quien le pese y sin tener en cuenta la cantidad de sangre que se pueda derramar. «Encontrar la verdad sin importar el coste», reza uno de los adelantos de la serie, y es que ser extranjero en el Japón de ‘la década perdida’ no es de agrado, y menos para un joven que se sumerge en los suburbios así como en el corazón de la ciudad en busca de historias que contar. Ni teléfonos inteligentes, ni redes sociales. Trabajar las fuentes de la policía y de los jefes de la ‘yakuza’, la mafia japonesa, el machismo, la dificultad para asimilar a los forasteros, la crisis económica y las amenazas de muerte son solo algunos de los retos que se le plantean al intrépido redactor que lucha informar a una sociedad que avanza lentamente.
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