Película francesa, de intención social y de valor gremial que ofrece un vistazo muy cercano y directo a la figura de las matronas o parteras , mujeres que se encargan de la atención en el parto y de los primeros cuidados del recién nacido. El vistazo es paralelo al que le dedica también a la sanidad pública francesa , y lo sitúa en un hospital en el que con grandes esfuerzos y mínimos medios trabaja el equipo protagonista de la historia. Empieza con la llegada de dos jóvenes e inexpertas enfermeras al equipo, y el guion provee a la cámara numerosas ocasiones para ir viendo su adiestramiento y la cantidad de problemas y situaciones complicadas que afrontan en el día a día laboral.La directora es Léa Fehner, quien realmente se ha empapado de ese mundo y lo transmite con todo su aroma cotidiano, su ritmo frenético y las dificultades y contratiempos que surgen diariamente, algunas clínicas y otras meramente laborales y burocráticas. Son muchos los partos a los que acude la cámara, en ocasiones con gran voluntad realista y desde ángulos, distancias y ojo de documentalista. La verosimilitud de algunas escenas es, en ese sentido, meritoria, aunque también implica una curiosidad y un conocimiento que no todo el mundo tiene o quiere tener.Ese día a día en el paritorio del hospital provoca que sean muchos y variados los partos que se atienden y que, por lo tanto, no haya una implicación emocional del espectador más intensa, sino que se disperse un tanto entre ellos; se busca interés paralelo en las cuestiones personales del equipo, sus diferencias y afinidades, sus pequeñas dudas y traumas, sus reivindicaciones laborales…, pero sin que ninguno de sus efectos en las tramas sea realmente conmovedor. Las interpretaciones son correctas, profesionales (entre lo actoral y lo sanitario) y es una obra que permite acercarse, quizá en exceso para algunos, a esa cosa tan natural y de todos que es nacer.
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