Un director israelí, Guy Nattiv, afronta en esta película la descripción de Golda Meir y su personalidad al frente de Israel durante la Guerra del Yom Kippur en 1973. Le interesan tanto los detalles físicos y humanos de la primera ministra israelí como los sucesos que rodearon e influyeron en aquel ataque de una coalición de países árabes a los territorios del Sinaí y los Altos del Golán ocupados por Israel en la Guerra de los Seis Días (1967). Como todo el mundo tiene una opinión sobre ese conflicto milenario entre árabes y judíos, no hay muchas otras maneras de ver esta película que desde la simpatía o la antipatía; como es natural, también tiene un análisis meramente cinematográfico, pero ese ya llega precocinado por unos y otros prejuicios. La mirada de la película a Golda Meir es de simpatía y, si usted quiere otra, no la encontrará.
El argumento está plenamente instalado en la imagen de esa mujer fuerte y tenaz -incluso en darle al pitillo- durante esos días de octubre en los que tuvo que tomar grandes decisiones sobre asuntos políticos y bélicos. A Golda Meir la interpreta Helen Mirren, una actriz que saborea sus buceos en el interior de grandes personajes de la Historia (recuerden su precisión como la Reina Isabel en ‘The Queen’) y que aquí, tras una buena capa de maquillaje y una nariz quevediana, consigue trasladar al espectador toda la complejidad, calma, intuición y sufrimiento de esa mujer entregada a su pueblo, su causa y su responsabilidad.
La película es completamente israelí y no hay ni contraplano ni equidistancia, lo cual perturba la mirada de los buscadores de paliativos y atenuantes: contra el ataque por sorpresa de egipcios, sirios y otros países de la coalición árabe, el ejército israelí combatió a muerte, a mucha muerte, para mantener vivo y temido su Estado. Se detallan los momentos clave, y también las tensas relaciones entre el Estado Mayor israelí, y por supuesto los movimientos precisos de Golda Meir con los suyos, los de enfrente y los aliados; los momentos de la primera ministra con Kissinger (Liev Schreiber) son altamente reveladores.
En lo cinematográfico, ‘Golda’ se atasca en su carácter discursivo, entre reuniones bélicas y decisiones políticas; la acción se sigue entre mapas y estrategias militares. La intriga se vuelca algo más en la intimidad de esa mujer de hierro, resquebrajada por la enfermedad y con enorme frialdad en su entorno. Resulta interesante ahora lo que cuenta, tan pegado a la actualidad, siempre y cuando uno no lleve el juicio ya hecho desde casa.
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