En el análisis de una película como En nombre de la tierra, filmada con intérpretes en acción real para posteriormente transformar cada imagen en animación a través de la técnica de la rotoscopia y de la pintura de nada menos que 40.000 óleos, se imponen dos pasos. El primero es intentar vislumbrar si la película hubiera sido buena sin el paso de la animación. La respuesta es no o, al menos, no demasiado. Un folletín familiar, social y moral, de amor, pasión y crueldad, alrededor de una joven mujer obligada a casarse con un granjero rico en la Polonia del paso entre los siglos XIX y XX.
De modo que aún queda el segundo paso: ¿le añade un plus de calidad, de emoción artística, el trasvase animado? Desde luego que el trabajo ímprobo de sus pintores tiene un enorme mérito, como ya lo tenía Loving Vincent (2017), la anterior película de la directora D. K. Welchman, esta con el acicate de inspirarse en los cuadros, el estilo y los escenarios de Van Gogh. Sin embargo, hay algo que no acaba de rematarse: su puesta en escena plana y académica parece pensada para un trabajo convencional y no para una película de ambiciones pictóricas. En nombre de la tierra es una acumulación de cuadros; de cuadros no especialmente buenos.
FICHA TÉCNICA
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Director:
D.K. Welchman
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Género:
Animación
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País:
Polonia
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Sinopsis:
Jagna es una campesina obligada a casarse con Boryna, un granjero rico y mucho más mayor. Ella está enamorada de Antek, el hijo de su futuro esposo. Además, con el tiempo se convierte en objeto de envidia y odio del resto de aldeanos, por lo que deberá sobrevivir en un ambiente hostil.
Guion: D.K. Welchman, Hugh Welchman (novela de W.S. Reymont)
Reparto: Julia Wieniawa-Narkiewicz, Robert Gulaczik, Andrzej Konopka.
Duración: 114 min.
Veredicto: Un trabajo descomunal que no termina de lucir artísticamente.
Distribuidora: Karma
Estreno: 1/12/2023
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Content Source: www.20minutos.es