El director y guionista Sam Esmail nos sorprendió a todos en 2015 con la intrigante ‘Mr. Robot’. La serie brillaba por virtudes como la solidez y profundidad de los personajes, una lenta intriga cargada de revelaciones inesperadas y cierto nivel de reflexión sobre la situación mundial, el capitalismo y el desmoronamiento social. A todo ello se unió la excelente e inquietante interpretación de Rami Malek. Todo resultó en cinco temporadas con una gran recepción por parte de público y críticos. Pero sin duda el éxito de ‘Mr. Robot’ se debió a una atractiva idea inicial con un profundo desarrollo. A finales de 2023, en asociación con Netflix, Esmail lanzaba la ambiciosa ‘Dejar el mundo atrás’ y optaba por el formato de largometraje en lugar de serie. Y cuando decimos largo, hablamos de muy largo: un total de 138 minutos. Ahí es nada. Todo hacía presagiar un nuevo éxito para el director: otra idea atractiva y, de nuevo, una sabia elección de reparto con Julia Roberts, Ethan Hawke y Mahershala Ali.Roberts y Hawke son un matrimonio acomodado con dos hijos que decide tomarse unas vacaciones y alquila una casa de lujo en la costa de Nueva York. Una vez allí una serie de sucesos extraños harán que la atemorizada familia se refugie en la casa. En mitad de la noche recibirán la visita de el propietario y su hija, que también buscan refugio ante la extraña situación. Sin noticias del exterior y sin posibilidad de escape, todo será desconfianza y tensión entre los desconocidos. Durante la primera hora de ‘Dejar el mundo atrás’, Esmail consigue con éxito construir una atmósfera inquietante, intrigante y misteriosa. Por desgracia, a partir de ese momento, el descarrilamiento de la película es catastrófico en todos los aspectos. Como si la película se hubiera quedado tan solo en una gran idea que nadie se molestó en llenar de contenido y el guión fuera una serie de decisiones aleatorias tomadas por Esmail con una total falta de respeto a la trama y a los personajes. Sirva como ejemplo la hija menor del matrimonio cuya única motivación en medio del fin del mundo y terribles amenazas es ver el último capítulo de ‘Friends’. No es broma. Decir que los diálogos son pretenciosos es quedarse corto. Roberts y Hawke se esfuerzan por hacer que funcionen, pero sus conversaciones parecen escritas por un intelectual recalcitrante cuya única experiencia de interacción humana es su clase semanal de teatro improvisado. La parte final de ‘Dejar el mundo atrás’ se asemeja mucho a una serie de giros argumentales inconexos sacados de la libreta de ideas descartadas por el mismísimo M. Night Shyamalan. Y eso lo dice todo. Recomendamos encarecidamente aguantar hasta el último minuto porque las cotas de ridículo y vergüenza ajena del final merecen la pena. Esmail es innegablemente un director con una gran creatividad, pero una película es mucho más que una idea inicial brillante. Sin desarrollo de personajes, sin una trama sólida, sin un destino al que llegar al final de la historia, todo queda en una sorpresa que tristemente se desvanece en la primera hora.
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