Ser un padre joven no está de moda. Puede que la paulatina ampliación del periodo de prueba al que llamamos juventud tenga algo que ver en el asunto: no es difícil llegar a los 31 años sin afrontar responsabilidad alguna. Quien paga el pato es Georgie, una brillante niña de 12 años que se ve obligada a sobrevivir por su cuenta tras la muerte de su madre y que se desenvuelve en el mundo adulto mejor que muchos de nosotros. Contada como una comedia optimista, la historia de esta niña y de su relación tardía con un padre desconocido vertebran la película ‘Scrapper’, dirigida por Charlotte Regan , quien ha conseguido con su debut en largometraje alzar un premio en Sundance.La directora londinense se estrena por todo lo alto con una cinta que ha conseguido el premio del jurado en la pasada edición número 39 del Festival de Sundance. O lo que es lo mismo, un boleto para mostrar su trabajo por los cinco continentes. Nada mal para una autora que cuenta 29 años, aunque ya en 2016 sorprendió con su corto ‘Standby’, que le valió el premio Ignite a jóvenes promesas, también conquistado en Sundance. Esta joven prometedora imprime un carácter estético y formal notable en la cinta, que se estrena en cines en España el 24 de noviembre. La narración sigue los pasos de Georgie (Lola Campbell), que sobrevive de manera solitaria robando bicis y toreando a los servicios sociales, que están convencidos de que vive con su tío, un tal «Winston Churchill». Por muy pícara y autosuficiente que pueda llegar a ser, el trauma de perder a su madre sigue siendo una losa demasiado pesada para una niña, que hierve como una olla a presión. Un día salta la valla de su casa un tal Jason (Harris Dickinson), joven desconocido que resulta ser su padre y es apenas un poco más maduro que ella. Durante el resto de los 84 minutos de cinta tratará de romper la coraza que separa a su hija del resto del mundo. Tarea colosal por el carácter peleón de su hija (‘scrapper’, en inglés). Al igual que la indómita protagonista de la cinta, Regan creció sin padres en una urbanización de pisos de protección oficial. Por suerte (diferencia importante), ella se crio con su abuela. Aquel ambiente «de clase trabajadora, donde viven muchos niños y con sus propias tiendas y escuelas es muy autónomo, por lo que el sentido de comunidad es mucho más fuerte que en otras zonas de Londres», reconoce la autora, que quiso ubicar la historia en un lugar similar al de sus recuerdos. El paso por la infancia asoma como una característica esencial de su obra —de 16 cortometrajes—, así como la conciencia social y enfoque en lo emocional. «Me encanta retratar personajes que la sociedad considera malos, pero verlos dentro de una faceta empática», revela la directora.Nuevos códigos: el videoclip como baseDurante la conversación, Regan reconoce que posiblemente su interés por retratar los procesos de la infancia venga de su muy temprana inquietud por mirar el mundo a través de una cámara: «Empecé a hacer videoclips de rap y grime cuando tenía 14 o 15 años. Los vídeos musicales son una forma de arte difícil, porque contar una historia en tres minutos y que la gente conecte es empezar pisando fuerte, casi parece más fácil hacer un largometraje». Considera que aquella época le sirvió como práctica y empezar por ahí es el consejo que da a los chicos jóvenes que le preguntan cómo se llega a rodar una película.También la directora de fotografía, Molly Manning, viene del mundo de los vídeos musicales: «Ambas coincidimos en ese sentido, en esa mirada sobre cada escena que se resume en: ‘¿Cómo podemos contar esto de una manera diferente?’», explica la creadora sobre la estética de ‘Scrapper’, celebrada en varias críticas anglosajonas. «Ambas tenemos poca capacidad de atención, igual que los niños, por lo que a veces nos aburrimos con los códigos audiovisuales más tradicionales», argumenta y menciona que quisieron hacer «una película que tomara riesgos, incluso si eso significaba cometer errores». «Es mi primera cinta y, naturalmente, hay varias partes que no acaban de funcionar, pero aún así tuvimos que ponerlas», defiende.Regan admite que no tener una productora detrás del proceso de creación ha supuesto total carta blanca para contar la historia sin ataduras. La financiación provino del sistema de lotería inglés o ‘Nattional Lottery’, una entidad pública que ofrece a jóvenes cineastas la posibilidad de financiar sus primeros films. «Casi todas las primeras cintas en el Reino Unido se financian con fondos públicos, como la BBC, el BFI… Es un ambiente de baja presión comparado con lo que otros directores tienen que afrontar», asume y se considera «increíblemente afortunada» por ello. «Antes si no eras Shane Meadows o Andrea Arnold no tenías posibilidad de hacer realidad tu idea, menos si eras una mujer joven», remata.
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