Hace mucho que la cultura se convirtió en una carrera de velocistas, por eso aún se publican tantos elogios de la lentitud, tantas biografías de cosas perdidas: el silencio, la luz, el amor, la paciencia. En 1964, Godard estrenó ‘Banda aparte’, una película llena de momentos memorables (¿se acuerdan de cuando el cine dejaba huella y no ceniza?) en la que tres jóvenes se proponían hacer la visita más rápida de la historia al Museo del Louvre. Tras esprintar por sus salas marcaban un increíble registro de nueve minutos y cuarenta y tres segundos. Cuarenta años después, Bertolucci subió la apuesta y recreó la escena en ‘Soñadores’, donde Eva Green, Louis Garrel y Michael Pitt conseguían batir el récord y rebajarlo en veinte segundos. Y en esas estamos ahora, esperando a que Sorrentino decida salir a jugar. Aunque lo suyo es más pasear por Roma: la belleza detiene el tiempo, no lo acelera. Noticia Relacionada Televidente opinion Si La desaparición de las cosas Bruno Pardo Porto «Hoy es posible vivir sin cosas, o, mejor aún, es posible alquilarlo todo, hasta la cultura, no tanto por necesidad como por inercia: eso es lo peor»Hoy corremos sedientos por las plataformas, quemando títulos y adjetivos (increíble, magnífica, maravillosa, la mejor del año) para creer que el progreso existe. En ese incendio se ha quedado por el camino ‘Fleishman está en apuros’ (Disney), una serie sepultada por otras menores que viene a recordarnos que la intimidad es demasiado compleja como para contarla en términos políticos, como para utilizarla en la tribuna: gracias. Lo que narra es el drama de un divorcio, pero desde los ojos de una tercera persona que aún mantiene el anillo en el anular izquierdo y se siente igualmente desgraciada. «¿Cómo es posible que todos hayamos terminado teniendo la misma vida aburrida?», se pregunta ella, fumando por la ventana, al borde de la resaca. Luego, más calmada, dice: «Estamos hechos para la supervivencia. Fleishman olvidó eso ese verano. Sobrevivir es evolucionar». Él es un médico judío que no consigue ascender en su trabajo, ella una empresaria teatral que ha ascendido demasiado. La historia, sí, tiene dos caras, dos seres que sufren, dos seres que gritan. Llega un momento de desquicie existencial en el que es imposible no pensar en aquello que dejó escrito Cheever en sus ‘Diarios’: «Cuando tratas de repasar el camino que te ha conducido a este abismo, solo encuentras un grano de arena». Se tarda mucho en comprender eso. A veces olvidamos una verdad esencial: correr es una forma de huir. Pero de qué.
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