Un adiós necesita de una canción. A veces, y con el tiempo, puede convertirse en una dinámica masoquista, quedando para siempre un nudo extraño en el pecho siempre que rompe el estribillo. Aún así, ¿no es eso lo que hace que la vida valga la pena?
Pienso en la muerte, y lo pequeña que parece en comparación con la vida, mientras la pista se okupa. La entrada, dos tercios de Wizink, quizá anuncie el inicio del verano, aunque repiten el Lunes y creo que está todo vendido. Hoy se despiden de Madrid, que es plaza grande, Andy y Lucas, un dúo de cantores «canallitas» que encandiló a la nación con el cambio de milenio.
Se despide, sobre todo, Lucas, que es el auténtico subtexto de la noche. Quizá vuelvan, ellos mismos lo han dejado caer, pero hoy se van, y eso es lo que me ocupa.
El adiós arranca con «Quiéreme», un pop «flamenquillo» de estilo, tónica de una noche con pocos sobresaltos.
«Aquí sigo yo», otro pop bien «rumbeado» sigue antes del primer discurso de Lucas que, emocionado, tendrá muchos momentos confesionales a lo largo de la noche.
«Llévatela», más asincopada y mejor canción, termina con un montuno eléctrico que firmarían, sin despeinarse, algunos maestros de la «fusión». El de Andy y Lucas, masificado, es un flamenco popular, el de las fiestas y los cashondeos, el de la «rumbita canalla»; el divertido sucedáneo.
Hay, sobre todo, varias buenas baladas, que es donde triunfó realmente (¿sin pretenderlo?) este dúo de gaditanos ilustres.
La primera es «Por ella», un medio tempo romántico donde fluyen con suavidad todos los elementos.
También triunfa «Pasarán», que sobresale por su dinámica dentro de un medley de canciones de menor calado. Hacia el final, «La llama del amor», de nuevo buena.
El final de la primera parte, mientras el dúo desaparece para cambiarse de ropa, es una versión corta de «Entre dos Aguas», la epítome de la guitarra española y, quizá, la rumba más famosa del mundo. Buen momento para la banda, diez grandes secundarios entre los que destacan los rítmicos (batería, percu y bajo) y un guitarrista que, aunque parece cualquier cosa menos eso, es maestro.
En la segunda parte, varias rumbas de estilo prenden la mecha de un Wizink ya ignífugo. Andy y Lucas presentan varios medleys (unión de canciones) que enloquecen a la capital. «Tú lo que buscas es un novio», «Carita Morena» y «Dime que me quieres», por mencionar tres cualquiera, desatan al Wizink cantor, que entona como actriz sudorosa en audición angelina.
Antes del adiós (y el último cambio de atuendo), «Son de amores», un medio tempo clásico que da pie a la sección final tras unos solos guitarristicos más propios de otra época. La celebra el público, que pide otra, y el binomio gaditano sale de nuevo.
Varios medleys después, suena «Tanto la quería», que es el gran reclamo popular, y Andy y Lucas se despiden, quizá para siempre, de una capital lacrimógena. Y, en el aire, sólo una canción de adiós.
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