Crítica de ‘MaXXXine’: Hollywood, sangre y tragicomedia, una receta explosiva

Entre decorados de ensueño, asesinos en serie y cine para adultos, MaXXXine supone una ventana abierta al esplendor del género de terror de los años 80, así como a la decadencia de Los Ángeles en una época marcada por las drogas, la prostitución y las sectas. 

El desenlace de la trilogía de terror de Ti West es el broche de oro a un universo de violencia, supervivencia y ambición, reafirmando al cineasta estadounidense como una de las voces más creativas y rompedoras de la actualidad. Un filme que funciona de manera independiente a sus dos anteriores entregas (X y Pearl), pero que, en conjunto, con sus numerosos easter eggs, se transforma en una delicia para sus seguidores.

Acudiendo a la nostalgia hacia los clásicos hollywoodienses, West demuestra su amor hacia títulos célebres como Psicosis o La matanza de Texas, así como hacia subgéneros como el slasher y el noir, a través del reflejo de los claroscuros de aquella ciudad de las estrellas que maltrata a sus actores recién llegados. Asimismo, en su metacine también vemos referencias al Scorsese de Taxi Driver o al Tarantino de Érase una vez en Hollywood, conformando una amalgama de tributos al séptimo arte y su historia.

Mia Goth deslumbra una vez más como la scream queen por antonomasia del cine moderno, demostrando por qué ella es realmente ‘a f***ing movie star’. La actriz, presente en las tres películas de este tríptico, está acompañada ahora de unos delirantes y cómicos personajes interpretados por Kevin Bacon, Elizabeth Debicki, Giancarlo Esposito, Michelle Monaghan o Bobby Cannavale, entre otros, que demuestran el buen tino de West para situar a las estrellas en las situaciones más complejas y que salgan airosas de ellas. Hollywood, sangre y tragicomedia, una receta explosiva.

- Advertisement -