Manuel (64) se considera un verso suelto al que no le gusta seguir ninguna corriente, por más de moda que esté. Lo mismo busca en una relación: que sea estable, pero no agobiante. Este administrativo valenciano necesita que su compañera de vida activa, disfrutona y con tiempo libre para compartirlo con él, ahora que le faltan tan solo ocho meses para jubilarse. Sobre el papel, Encarna (66), la mujer que conoció este viernes 19 de abril en ‘First Dates’, era perfecta para Manuel. Sin embargo, tal y como dice la archi conocida frase de Blaise Pascal, «el corazón tiene razones que la razón ignora».
Pese a tener un curriculum amoroso nada bueno, Encarna llegó al programa de citas de Cuatro empujada por sus ganas de enamorarse. A la soltera, también valenciana y jubilada, le apetece mucho sentir esa sensación tan bonita de querer a alguien y sentirse correspondida. Pero aunque en la barra del local la esperaba un hombre que cumplía con todos sus requisitos, Encarna no sintió nada cuando lo vio. Ni malo, ni bueno. Simplemente no era lo que esperaba.
Manuel y Encarna, compatibles pero sin ‘feeling’
A Manuel, en cambio, su pretendienta le pareció una persona muy interesante. La única pega es que él hace más de 30 años que no pisa una discoteca. Tiene dos pies izquierdos, y bailar le gusta bien poquito. Aunque como a Encarna le encanta, no descartó animarse a hacerlo muy de vez en cuando.
Por lo demás, Manuel y Encarna resultaron dos personas muy afines en cuanto a la forma de entender la vida y las relaciones. «A esta edad buscas casi más la compañía que el sexo», apuntó la soltera.
Y es que para ella la pasión no es la prioridad en una relación. Manuel le dio la razón: «El sexo son diez minutos, y estirándolo… Con lo cual, las 23 horas restantes no te tienes que cargar a la persona por el sexo. Además, por mucho sexo que tengamos, si después no te llevas bien, peleas continúan habiendo», confesó.
Manuel llegó a la decisión final con expectativas de seguir conociendo a Encarna, dado que habían coincidido en muchas cosas: ambos querían una relación seria, nada de ‘aquí te pillo, aquí te mato’, pero dejándose sus espacios mutuamente. Fue una cita muy agradable (o eso afirmó ella); no obstante, por su parte no había surgido la chispa.
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