La cinta recrea con cruda fidelidad los acontecimientos entre e 13 de octubre y el 22 de diciembre de 1972: los 72 días que los supervivientes del accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, en su mayoría jugadores del Old Christians de rugby y sus familiares, pasaron en el ‘Valle de las lágrimas’, a 4.000 metros sobre el nivel del mar, después de que un error humano derivara en el choque del avión contra un glaciar.
Más de dos meses de penurias, temperaturas extremas y una única solución alimenticia para sobrevivir: comerse los cadáveres de sus compañeros fallecidos. El estreno de la película de Bayona ha hecho que el tema, uno de los más fascinantes del siglo XX y una historia de superviviencia como pocas, haya vuelto a estar de actualidad.
Repasamos algunas curiosidades de aquella tragedia que concluyó en milagro el día que Roberto Canessa y Nando Parrado, dos de los supervivientes, lograron recorrer 38 kilómetros entre las temibles montañas andinas para lograr ayuda y ser rescatados del infierno de las alturas.
Las provisiones con las que contaban
Cuando se produjo el accidente y los supervivientes rebuscaron entre las pertenencias en busca de comida, hallaron:
Botellas de vino que habían comprado los pilotos en la escala forzada en Mendoza
Una botella de whisky
Una botella de crema de menta
Una botella de licor de cerezas
Cinco tabletas de chocolate
Cinco tabletas de nougat
Caramelos
Algunos dátiles. almendras y ciruelas secas
Un paquete de galletas saladas
Dos latas de mejillones
Un tarro pequeño de mermelada de melocotón, otro de manzana y otro de moras
Una insuficiente cantidad de comida para las 28 personas que sobrevivieron inicialmente y que apenas duró una semana, lo que aceleró la decisión de comerse los cadáveres de los fallecidos.
Mucho tabaco
Curiosamente, lo que no les faltaba era tabaco. En aquella época había escasez de este producto en Chile, a donde se dirigían, por lo que Javier Methol y Pancho Abal, que trabajaban en tabacaleras, acudieron al viaje cargadísimos de cartones.
Incluso tomando la decisión de racionarlo con mesura al no saber cuánto tiempo pasarían en las montañas, los primeros días a cada fumador le correspondía un paquete (20 cigarrillos) cada dos días.
¿Cómo pudieron arreglar la radio?
Entre las pertenencias de los pasajeros hallaron un pequeño transistor que debido al accidente no funcionaba. Sin embargo, contaban con un estudiante de ingeniería entre los supervivientes, Roy Harley, quien se puso manos a la obra para arreglarlo.
Después estaba la obvia problemática de lograr captar alguna señal en el recóndito lugar de los Andes en el que se encontraban, sin embargo, Harley hizo magia con sus conocimientos y fabricó una antena con restos de fuselaje y cables de la cabina que les permitió captar leves señales, especialmente por las mañanas.
Así pudieron escuchar el décimo día las noticias que informaban de la suspensión de la búsqueda de los supervivientes tras no hallar ninguna señal de vida en las batidas por aire organizadas. Un jarro de agua fría para el optimismo del grupo que en ese momento entendieron que si querían salir de allí debían hacerlo por sí mismos.
A través de esa misma señal escucharon, dos meses después, que se había hallado a dos supervivientes -Canessa y Parrado- al otro lado de las montañas. Sonaba el Ave María. Comprendieron entonces que estaban salvados.
¿Cómo contaron al mundo que habían comido carne humana?
Nada más llegar al Hospital San Juan de Dios de la localidad chilena de San Fernando donde fueron atendidos, los médicos, lógicamente, se dieron cuenta de cómo habían logrado sobrevivir los 16 miembros que lo lograron.
La prensa estaba como loca por recoger los testimonios y de los chicos por lo que los médicos, con buen criterio, cerraron a cal y canto el hospital para evitar que la noticia de que habían recurrido a la antropofagia trascendiera. Pero no fue suficiente.
Desde los equipos de rescate alguien lo había filtrado y en seguida dio la vuelta al mundo. Al día siguiente de haber sido rescatados, los supervivientes ya veían cómo les atosigaban a preguntas en busca de confirmación, pero ellos lo negaban.
El día después de Navidad, el periódico ‘El Mercurio’ de Chile publicó directamente una desagradable foto de una pierna humana con signos de haber sido mutilada y que se halló cerca de los restos del avión. No había duda de lo que los chicos habían comido.
Por este motivo, y ante el revuelo generado, los supervivientes, aunque sin un consenso total, decidieron sincerarse sobre su decisión.
Lo hicieron por boca de Pancho Delgado en una multitudinaria conferencia de prensa ofrecida en el centro educativo Stella Maris de Montevideo donde se habían conocido y donde fue fundado su club de rugby.
Delgado se dirigió a los medios con un emotivo discurso que puedes leer íntegramente aquí y que conmovió a todos los prentes:
«Llegó ese momento en el cual ya no teníamos ni alimentos ni cosas por el estilo y pensamos: Si Jesús en la última cena repartió su cuerpo y sangre a todos sus apóstoles, ahí nos estaba dando a entender que debíamos hacer lo mismo. Tomar su cuerpo y sangre, que se había encarnado. Y eso que fue una comunión íntima entre todos nosotros, fue lo que nos ayudó a subsistir Y fue una entrega de cada uno», dijo Delgado.
«A ustedes, que son nuestro propio país, se lo decimos como debe ser. Pero debe ser interpretado y tomado en su real dimensión, y tienen que pensar en todo lo grande que fueron aquellos muchachos…», añadió el superviviente, antes de que los organizadores preguntaran a la prensa si tenían alguna pregunta al respecto.
La respuesta de Pancho les había dejado tan emocionados, convencidos e impactados que todo ese hambre por saber y la necesidad de morbo desapareció de golpe. Nadie hizo más preguntas.
Problemas de estreñimiento y orina negra
Aunque los problemas estomacales no se abordan directamente en la película de Bayona, sí que vemos a los supervivientes comentar -y hacer- que su orina se ha tornado de color oscura casi negra. Esto es un síntoma de grave deshidratación y es que pasados los primeros días, y aunque trataban de hidratarse bebiendo el agua que extraían del hielo, no era para nada suficiente para el organismo.
Además, en las primeras semanas había un problema generalizado de estreñimiento que incluso en algunos casos se extendió hasta el mes, provocando grandes dolores en quienes lo sufrían.
El mal presentimiento de Gustavo Zerbino antes de partir a Chile
Tras la forzada escala en Mendoza (Argentina), que no estaba previsto pero tuvieron que hacer por el mal tiempo, Gustavo Zerbino se mostró inquieto. Tenía un mal presentimiento.
Subiendo las escaleras del avión, pensando en que iba a pasar algo malo con el avión y se iba a caer, se acercó a la esposa del médico del equipo, Esther Horta, buscando una sensacón contraria para tranquilizarse. Sin embargo, la mujer le dijo que ella también tenía una mala sensación sobre el vuelo.
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