Lluís Gros no pide perdón y, mucho menos, permiso. Cuando Carles Tamayo recibió su llamada , creía que el antiguo gerente del cine La Calandria se disculparía con sus víctimas. Pero no, el hombre solo quería que el director y ‘youtuber’ al que le regalaba entradas y pósteres, que se crio proyectando sus cortos en sus salas con butacas, hiciera ahora la película de su vida. «Quiero hablar de mi nacimiento en el cine y mi muerte en el cine. Y de mi amor al séptimo arte», exige Gros, condenado por abuso sexual, prostitución y corrupción de menores en la localidad barcelonesa de Masnou. «En su mente creo que pensaba que yo le debía algo», reconoce a ABC Tamayo. «Me hacía la pelota muchísimo. «Eres un crack, llegarás muy lejos». Es la típica estrategia de manipulación que tenía él, como un maltratador, el clásico bombardeo de amor. Y en su mente pensaba: «Te estoy alabando tanto que tú no me traicionarás»», cuenta. El pederasta se paseó con total impunidad por el pueblo catalán durante años. Tamayo, de niño, iba a su cine y hablaba con él sin saber nada. Las víctimas sabían, pero entendían todavía menos. Al final, Tamayo se convenció para abordar la historia porque, después de las denuncias de menores, de que se abriera un proceso judicial de más de una década, de dos años de recursos y de una sentencia firme, Lluís Gros seguía en libertad. Así surgió ‘Cómo cazar a un monstruo’, la docuserie dirigida por Tamayo y producida por Ramón Campos ya disponible en Prime Video. Noticia Relacionada estandar No Tamayo, el ‘youtuber’ que ayudó a detener a un pederasta huido Elena Burés Tras grabar un documental durante siete meses, este cineasta en ciernes alertó a los Mossos desde el baño de una cafetería y el abusador se encuentra en prisiónFilmada como un videoblog, la cámara persigue a Lluís Gros a través de sus mentiras, incontables, y sus excusas, sin fundamento. «Es que soy inocente, no lo reconozco, por favor», se altera cuando el ‘youtuber’ le aprieta. Pero se olvida igual de rápido que se enciende. Y ríe mucho. Mira al frente, a la nada, y pone cara de póker cuando Carles Tamayo le lee la escalofriante descripción de la inspección de La Calandria: dentro del cine se encontraron un colchón y radiadores eléctricos orientados hacia el mismo; también una significativa cantidad de semen, suyo, de las víctimas y rastros sin identificar. Su respuesta: «No era mío ni de los chicos». El ‘youtuber’, atónito, pregunta: «¿Y de quién era?». Y Lluís Gros, que se encoge de hombros y mira al cielo, suelta: «Ahhh, ¡yo qué sé!». Como dice la sentencia e insiste el director de ‘Cómo cazar a un monstruo’, «lo niega todo pero no da una versión alternativa». La burocraciaEs solo uno de los repulsivos momentos que recoge el documental de tres episodios. El que más indignó a Tamayo fue el de saberse testigo de algo que, en su candidez, pensaba que el pederasta había dejado atrás, al menos después de la sentencia. «Es una conversación que tiene con unos estudiantes de bachillerato. Yo estaba allí y, de repente, descuelga y se pone a hablar como si fuera un chaval de 15 años. Con esa llamada se me pusieron los pelos de punta. Un señor condenado a 24 años de cárcel teniendo esa charla, no me entraba en la cabeza», confiesa el ‘youtuber’ reconvertido en periodista de investigación. Hay también momentos duros y surrealistas. Como cuando la docuserie de Prime Video reproduce unas imágenes del juicio en las que una de las víctimas, rota de dolor al recordar el episodio, declara entre lágrimas con Lluís Gros detrás, en la misma sala. Carles Tamayo y su equipo investigan en ‘Cómo cazar a un monstruo’ Prime Video«El material era potentísimo pero, además, había una reflexión detrás: la vanidad e impunidad del delincuente y cómo la burocracia no funciona adecuadamente», explica Ramón Campos, productor de Bambú. «Hay prejuicios por venir de YouTube, pero el contenido es el contenido, tiene o no tiene calidad. Da igual dónde lo pongas». Y el monstruo, ahora sí, está en la cárcel.
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